Me comunican hoy que este viernes noche, Día del libro, se va a conmemorar la figura y la obra de Góngora en el Ateneo de Madrid. Igual me paso, porque a mi Don Luis, que de joven me caía como un plomo ahora resulta que me parece de lo más simpático. Es como el latín, que cuando te obligan a estudiarlo lo aborreces y cuando ya nadie te va a examinar de Salustio, te encanta. Al menos a mi y a unos cuantos que conozco les pasa parecido. Don Luis de Góngora y Argote es un poeta grande y genial y tiene un humor muy fino, hoy diríamos que muy inglés, por eso cuando se le compara con Quevedo hace reír menos: porque Don Francisco es más de pedrada en la boca, es más a la española. Como soy uno de esos pocos poetas que reivindican el humor, el buen humor, en la poesía y lo digo en voz alta, quiero traer a estas páginas uno de esos magníficos sonetos del poeta cordobés, que mezcla risa, sonrisa, buen hacer, su poco de humildad y su mucho de hondura y que nos hace sentir que tras el chiste también va la inteligencia. Es un magnífico poema para estos días de crisis.
Ah, y tengan cuidado al leerle, que algunos acentos van cambiados.
Luis de Góngora y Argote
En la partida del Conde de Lemos y del Duque de Feria a Nápoles y Francia
El conde, mi señor, se fue a Napoles;
el duque, mi señor, se fue a Francía;
príncipes, buen viaje, que este día
pesadumbre daré a unos caracoles.
Como sobran tan doctos españoles
a ninguno ofrecí la Musa mía;
a un pobre albergue, sí, de Andalucía
que ha resistido a grandes, digo Soles.
Con pocos libros libres (libres digo
de expurgaciones) paso y me paseo,
ya que el tiempo me pasa como higo.
No espero en mi verdad lo que no creo;
espero en mi conciencia lo que digo,
mi salvación, que es lo que más deseo.
El conde, mi señor, se fue a Napoles;
el duque, mi señor, se fue a Francía;
príncipes, buen viaje, que este día
pesadumbre daré a unos caracoles.
Como sobran tan doctos españoles
a ninguno ofrecí la Musa mía;
a un pobre albergue, sí, de Andalucía
que ha resistido a grandes, digo Soles.
Con pocos libros libres (libres digo
de expurgaciones) paso y me paseo,
ya que el tiempo me pasa como higo.
No espero en mi verdad lo que no creo;
espero en mi conciencia lo que digo,
mi salvación, que es lo que más deseo.
0 comentarios:
Publicar un comentario