domingo, 30 de agosto de 2009

0 Tratado de urcelologia 15

Busca a gatas al bueno y te morderá en las pantorrillas.

Gano más cuando dormito que cuando duermo.

Grita tu amor y te llamarán loco.

Ilumina más la punta de un cigarrillo encendido que el fuego en la boca del columnista.

Imita al sabio hasta que reviente.

Jamás le niegues al necio la hostia que se merece.

Juégate la vida a una sola carta y protesta salga lo que salga.

Van los ríos tan cargaditos de mierda que es un gusto cagar en la orilla.

Vuelve antes de haberte ido.

Ya que todo es una mierda póngame otra copa de bilis, camarero.

¿Lameculos yo? Anda y bájate los pantalones de nuevo.

Una propuesta también puede ser una carta blanca al poder.

Muchos aguantamos muy bien las ganas de trabajar.

Antes de la trompeta hay que saber tocar el pito.

En el Vaticano se perfuman con Christian Dios.

No construyas las escaleras de tu cadalso.

Bajo las montañas te buscará el oso.

Goza todo lo que puedas de ti mismo.

Cada día presumo menos de lo que nunca supe.

viernes, 28 de agosto de 2009

1 Las intrépidas aventuras de un poeta en vacaciones (última entrega)

Miércoles 19 de Agosto

Otro bonito día lleno de colorines en el mundo de Pin y Pon. Mañanitas floridas del buen agosto. Horticultura y jardín. Ten cuidadito con lo que dices, conejito. Las abejas pican, las avispas pican, los mosquitos pican, aquí vienen ¿cómo están ustedes? En la siguiente viñeta observamos cómo Peter Pan vuela hacia el mundo de Nunca Jamás. Ten cuidado, capitán, mi capitán. Las fotos de los viejos cadetes esperan la carga de la brigada ligera y Takamusha, el sabio eremita de las montañas, desconoce los latidos de las sirenas. Dale tomate, que nos vamos a otra playita preciosa, pitiminí y aventura, a conocer a los otros Huerta, a los Superhuerta, a los Maxihuerta, pobladores del orbe, príncipes, ingenieros, catedráticos, buena gente donde las haya, lontananza y abrigo, consuelo y organización. Y qué te han hecho los Huertas, digo yo. Sol, en este establecimiento no hay agua con gas, la cerveza sin alcohol está caliente, tómese un nestea y deje de molestar, gordinflón, si quiere le pongo un hielito y una rajita de limón, es un euro cincuenta, ahora váyase, métase en las duchas, tírese al mar, nadie le va a echar en falta capitán, mi capitán. Hala, vámonos a casita tralará larita, donde el manzano apunta al cielo y las estrellas son de verdad.


Jueves 20 de Agosto

Noticias llegadas de Madrid aseguran que la ola de calor les está achicharrando y que la diferencia entre las cuevas de Pedro Botero y la noche, es sustancial y mínima. Aquí, sin embargo llueve desde primeras horas de la mañana y sigue lloviendo. La ola de moscas se intensifica dentro de las casas y se ponen pesadas a más no poder, de tal manera que es mejor estar en la calle empapándose que dentro del restaurante comiendo. No todo es felicidad y donosura, y todo placer tiene su pequeño dolor. Al atardecer nos vamos a Llanes. Toca la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias) en la iglesia de Sta. María. Pese a que llueve a cántaros el recinto se llena. Obras de Mozart (Obertura de Las bodas de Fígaro), Grieg (suite nº1 de Peer Gynt), Suppé (Obertura Caballería Ligera), Chaikovski (Polonesa de Eugenio Oneguin) y Strauss (Vals Sangre Vienesa). Un programa poco exigente y de relumbrón, pero interesante, qué porras. Pese a que observo a varias familias con bebés y otros niños, no dan la nota. Sólo una señora se arranca a la percusión de abanico solista con Suppé pero al ver que de repente la obra varía y lo que ella sabe no es lo que se toca, siente que está haciendo el ridículo y se calla. La verdad sea dicha que suena la orquesta muy bien, y que su sección de cuerdas es muy buena, teniendo en cuenta que han debido venir la mitad de los músicos, más o menos. Como aplaudimos mucho nos dan una propina con un tema popular asturiano orquestado por el clarinete solista la mar de interesante, la pieza. Seguimos aplaudiendo y nos repiten En la cueva del Rey de las montañas, que es la última pieza de la suite de Grieg, y como insistimos, acabamos con la Caballería Ligera y salimos al trote de la basílica. Como creo que nos hemos portado bien nos vamos al Bodegón, quizá la sidrería más famosa de Llanes y nos tomamos unas gambas, unos bocartes y una ensalada de bogavantes. Volvemos a casa y nos quedamos sopa delante de un bodrio con Connery y la Zetajones.


Viernes 21 de Agosto

Calma chicha en el mar del norte. Mañana con alternancia de nubes y claros, alguna lluvia tonta, como siempre. Comida general de rancho en casa. Una parte importante de la tripulación anda amotinada por la idea del contramaestre de partir al interior en busca de una cueva algo escondida y de peor acceso. Al final vence su criterio y allá que parten bien pertrechados con una cuerda de tender la ropa y una linterna que a veces se apaga. Cuando ya se han ido recordamos que por la zona de la cueva no hay cobertura. Si no regresan a eso de las siete llamaremos a la Guardia Civil. La expedición regresa antes de las seis. Terreno embarrado, húmedo y resbaladizo. Posibilidades de éxito del fracaso cercanas al cien por cien. Tarde dedicada al bricolaje y a hacer la compra. La línea de flotación sigue bien.


Sábado 22 de Agosto

Marisol hizo un cocido de vértigo. Nos pusimos hasta el mástil de la bandera de señales. A la tarde noche llegaron un buen puñao de danzarines de diversos puntos peninsulares con guitarras y gaitas, castañuelas, flautas y tamboriles y hala, a bailar tres horas. Por lo demás yo estuve de lo más aburrido y pasota. Para darme a comer aparte. O casi. Leí mucho, eso sí y me dormí una maravillosa siesta.


Domingo 23 de Agosto

Por la mañana me terminé El perro de terracota, de Camillieri –ya he decidido leerme completa y por orden la serie del comisario Montalbano. Excelente. Del resto del día, lo mejor la cena en el hotel María Manuela: Ensalada abundante, bacalao fresquísimo y en su punto, bebida, café y una tarta de queso casera buena de verdad. 30 euros propina incluida dos personas. Mañana se proyecta, si el tiempo acompaña, subidita a patita a los Lagos de Covadonga.


Lunes 24 de Agosto

Hay dos maneras de llegar a los lagos de Covadonga. Una: carretera adelante hasta el santuario y allí coges el autobús (6 euros, ida y vuelta) que te sube a los lagos, ya que en verano –afán recaudatorio- está prohibido el acceso en vehículos particulares. Otra: meterse entre pecho y espalda siete kilómetros de caminos de monte con el coche hasta un remoto lugar llamado Camba y luego dos horitas, más o menos, de darle a la bota trochas y andurriales arriba (y lo mismo de vuelta). Afortunadamente está lloviendo y nos vamos a Gijón. Como ya está claro que en Asturias se come de puta madre paso de repetir el menú. Luego paseito de ida y vuelta por la playa de San Lorenzo que me recuerda al paseo de Las Palmas de Gran Canaria, visita a la ciudad vieja, compras diversas, cafés y muy bien, la verdad. La gente de estos sitios es amabilísima. En la librería Paradiso, que es de las más antiguas del lugar, encuentro para mi sorpresa un ejemplar de mi primer libro de poemas, nuevecito, en la sección de ofertas (3 euros) que me compro, ya que sólo me quedaba un volumen. También encontramos un ejemplar del Justine de Durrel, en primera edición y otro antiguo, de cuentos de Cervantes, que le hará ilusión a Luis Alberto cuando se lo regalemos, seguro. Parece que mañana quieren subir a los lagos esos. No sé qué haré.


Martes 25 de Agosto

Como buen cobarde que se precie decido no abandonar la nave y ver cómo el resto de la tripulación al completo se marcha montaña arriba. Parte de la misma asegura que será acción infructuosa pues aunque el día amaneció soleado divísanse brumas y nieblas en lontananza, pero el que los capitanea dice no se qué de gaitas templadas y parten en decidida formación a la conquista lacustre. En la soledad de mis reales aprovecho para vestirme con total parsimonia, acicalarme con lentitud propia de galápago y sentarme ante el ordenador para escribirle a Pochi, el hijo mayor de Alfonso y Clara, un cuento que ha le tengo prometido y ya soñado, pues no me gusta escribir nada que no haya soñado previamente. Hacia las dos recibo llamada de Antonio Rómar desde Madrid, lo que me congratula y mantenemos animada conversación. Un poco más tarde recibo llamada de Marisol anunciándome el fracaso absoluto de la expedición y que retornan al hogar debido a las temerosas inclemencias del tiempo, que amenazan empape irredento e inmediato. Aprovecho para acabar el cuento, que no me parece malo.

La comida bien, la siesta espléndida. Pequeño paseito posterior. Lo demás es repetirse.


Miércoles 26 de Agosto

Vamos a la playa calienta el sol chivirivirí poropopó. Olas. Surfistas. Algas para todos. A las tres al Buxu a comer, en el pueblecito llamado Niembro. Caro. Pero inmejorable. Rey (como una palometa roja) y Baixu (como el rape) a la plancha con aceite, ajo y limón, pescados cuatro horitas antes. Antes nos comimos una nécora para entretener la espera. Y para salir una tarta de queso y nueces de vértigo. 62 euros bien invertidos. Luego otra vez playa, unos se bañan, otros se toman un cafelito y se leen el periódico. De vuelta a casa, duchita y a ver a los primos de Marisol en su casita de dosmil habitaciones, luego nos iremos de cena y a tomar unas copas. Como no conozco a nadie me entretengo con el perro y me lo paso en grande: nos hacemos muy amigos y le prometo hacerle una visita en cuanto pueda.


Jueves 27 de Agosto

No logro encontrar mi pantalón bermudas preferido a cuadritos ingleses que tanto odia Marisol. Al final deduzco que me lo han hecho desaparecer. A las 12:30 salimos hacia Madrid. Nos llevamos el conejo. Ruta:

1. Carretera de Benia de Onís a Panes. Mucha curva y mucho precipicio con premio: entre los picos aparece, majestuoso el Naranjo de Bulnes. Impresiona. Dan ganas de no subirlo. No lo hacemos.
2. Autopista de Panes hasta Aguilar de Campoo. La ciudad de las galletas. En cualquier rincón huele a galletas. En la gasolinera también. El Pisuerga pasa por Aguilar para oler a galletas. Entramos a comer en un restaurante de la hosti tú: Gore Etxea se llama. Y la paella que hacen es de las de llorar: Por plato: cinco gambones, dos carabineros, una cigala, dos buenos trozos de calamar, unas veinte almejas y diez o doce trozos de rapé, ajo, pimiento rojo y ¡esto es lo increíble! arroz por debajo. Después me salto el régimen ante una torrija de las de bailarle un zorcico a la cocinera. Vino, café y a seguir llorando hasta Madrid. Nos dan una zanahoria para el conejo.
3. Autopista de Aguilar de Campoo a Madrid. Con parada en un pueblo que no recuerdo ahora para tomar un refresco, cerca de Aoslos, ya en provincia matritense, que dan ambos para hacer un chiste. Malo.
4. Llegada a Tirso de Molina a eso de las siete y media. 35 grados de mierda. Estoy por volverme a Asturias.

Se acabó el diario.

PS: El conejo, bien.


Jesús Urceloy / a 28 de agosto de 2009

miércoles, 19 de agosto de 2009

0 Las intrépidas aventuras de un poeta en vacaciones (tercera entrega)

Domingo 9 de Agosto

Actualizo un blog. Luego el otro. Escribo un cuento corto. Muy corto. Llamo a Julia. No responde. Y así hasta que me canso. A la mierda.

A las siete de la mañana la pierna no me deja dormir. Bajo a la cocina. Dos aspirinas. Dos cigarros. Un capítulo de cualquier libro. Se me pasa el dolor. Vuelvo a la cama.


Lunes 10 de Agosto

Me levanto a las doce. Día de playa. Nublado. Frío. A las siete a casa. Café y copita de anís en el pub que puso Uri Geller en Posada: todas las cucharillas torcidas. Pierdo mi gorra blanca de jugador de golf.


Martes 11 de Agosto

Llegan Sulle, Alicia y Nana. Comemos por ahí. Muchas historias, muchas risas. Gracias a Marisol iniciamos una estupenda Guía Estupenda del Oriente de Asturias. Posada. Niembro. Gamoneo. Mestas de Con. El Cerezo. La Robellada. Etc. Recupero, gracias a esas dotes naturales propias de mi idiosincrasia, mi gorra blanca: la llevaba en la bolsa.


Miércoles 12 de Agosto

Un sol estupendo inicia la Fiesta de los Años 20 en Benia. Los habitantes se disfrazan como en aquellos años, montan un mercado en todo el pueblo, y a vivir y ver. Me encuentro con Alfonso, un buen amigo de mis tiempos de vigilante del Parque de Santander, que se ha comprado casa en el Alto de Ortiguero, aquí cerca. Nos lo pasamos bien. Luego a la Playa de Barro. Bañito de las nenas y cañitas de los nenes. Más tarde a Llanes, que es como el Corte Inglés pero en plena calle un domingo de rebajas. Sulle intenta el suicido a cañón, pero ni yo consigo meter bien la bala ni Marisol prender la mecha. Vemos el puerto, la bocana, los cubos de Ibarrola, el Sablón y a cenar pescadito a Ribadesella.


Jueves 13 de Agosto

Una pareja de la Guardia Civil nos detiene en plena plaza. A mi por poeta con el agravante de sonetista, y a Sulle por sospechoso, directamente. Queda testimoniado el suceso en diversas fotografías. Aclarado el entuerto las autoridades nos sueltan previa admonición a la que prometemos obediencia. Comemos en San Martín, luego vamos a Abamia, donde un cadáver del cementerio se empeña en quedarse las gafas de sol de Sulle. Por raro que parezca volvemos a salir indemnes y partimos a Cangas de Onís. Subimos al puente romano e intentamos tirar desde lo alto a un gaitero pesadito, pero inexplicablemente se resiste y no lo conseguimos. Nos echan de un bar al aire libre porque queremos tomarnos sólo unas cañas, cosa que hacemos unos metros más adelante en otro. No entendemos por qué, ni lo uno ni lo otro. Volvemos a Benia y nos encontramos a Belén y Alfonso, hermanos de Marisol y sus familias respectivas. Nos vamos a cenar a Moreno, un restaurante-bar-cafetería de Benia. Setas al queso de Gamoneo, ensalada variada, probe (una especie de morcilla exquisita, mejor aún que la de Burgos), picadillo casero, algo fuerte, frisuelos al chocolate y una tarta de queso merecedora cuanto menos de un madrigal. Vino, casera y agua. Y a dormir, con jarra de Almax en la mesilla, por si acaso.


Viernes 14 de Agosto

Paz (la rica del pueblo) nos enseña su casa museo, mausoleo, acrópolis, o lo que sea. Producto de ello Sulle, Alicia y Nana salen escopetados hacia Madrid. Yo logro sobrevivir gracias a que me quedé en la puerta a fumar un par de cajetillas de tabaco mientras esperaba a que salieran. Por la tarde nos vamos con unos primos de Marisol a Oviedo a ver, en el Teatro Campoamor la zarzuela chipén La del manojo de Rosas, de Solozábal. Bien, a fin de cuentas. Luego nos vamos a la calle Gascona, que es como un parque temático dedicado a la sidra, lleno de bares y restaurantes donde a la mínima que levantas una mano, en el ademán de rascarte una oreja, llega un individuo con una botella, se la pone a una altura de tres palmos de su occipucio y deja caer un chorro de la misma que cae en un vaso grandote que, previamente ha dispuesto a dos milímetros del suelo con la otra mano. Nada más caer un poco de líquido te ofrece el vaso, que denomina “un culín” y que te lo tienes que beber de un trago hasta el final. Este rito se repite de continuo durante todo el tiempo que uno permanece sentado en una de las mesas con la sana intención de que, al levantarte de la misma, bien por tus fuerzas o por las de los chicos de Urgencias, hayas agarrado una cogorza de consideración. Para paliar en lo posible los efectos antes descritos acompañamos el citado ritual con la ingesta de algunos productos culinarios de la zona: Pollo al ajillo, parrochas, chipirones, probe, croquetas y patatas a tres salsas. Volviendo a Benia, que los de allí llaman Onís, fundamentalmente para joder a los de Cangas y de paso a toda la población del resto de España, por la carretera del interior la altura de Arriondas nos detiene la Guardia de Tráfico para hacerle soplar a Marisol en un aparatito que mide su grado de alcohol sanguíneo. Cero patatero, pueden seguir el viaje. Moraleja: por la autopista se llega antes.


Sábado 15 de Agosto

Fiesta grande en Benia de Onís. Llega la banda de gaiteros de Oviedo, que son un porrón entre figurantes, gente de gaita, tamborileros –mayoría de mujeres- vestidos de asturianos, en azul y negro. Y hale, a darle a la musiquilla. Imposible no estar despierto. Tanto, que cuando me quiero dar cuenta me he quedado solo en casa, y eso que somos más de quince sin contar al conejo. Me bajo a la plaza a comprar tabaco y el periódico, y luego me tomo una cervecita, como un señor, en una mesita, a la sombra. Y a ver pasar gente disfrazada de lo propio. Siguen siendo mayoría mujeres.

Quedamos a comer los quince, sin conejo, en un praín (prado pequeño) con restaurante que hay en San Martín, a las 15:30. Media hora más tarde, con puntualidad espartana, aparecemos todos. Hace un calor de derretirse. Pero a eso de las cinco y poco las nubes, esas estupendas aliadas, descargan una bendita lluvia que mejora cualitativamente el ambiente. Nos vamos a casita. Siestón del copón.

Luego, a cenar a El Cerezo unos huevos con patatas y cecina de León mientras el resto de la familia, trece sin el conejo, se va a ver el fútbol y a comerse unas pizzas. Como son las fiestas en el campo junto a la iglesia y han venido un par de grupos de los de toda la vida nos vamos a ver –cervecita en ristre- cómo otros bailan pasodobles, cumbias, salsas, rancheras... Alfonso y Marisol se arrancan y corren el riesgo de ser nombrados los reyes del mambo. Poco a poco, escalonadamente, vamos desapareciendo rumbo a casa. A eso de las cuatro de la mañana me da sed y bajo a la cocina. Desde el alfeizar de la ventana, Rocky, el conejo, me vigila.


Domingo 16 de Agosto

El mundo gira, pero es insuficiente. Sartre a los 70 años confiesa que sus compañeros de generación son una mierda, que la vida que le toca transcurrir, cada vez más ciego y sordo, es una mierda, que todo es una mierda. Y se arroja en los jóvenes brazos de los chicos que revolucionan el 68. Poco le importa que lo zarandeen, poco le importa que se defina mal, que su intelectualidad le juegue la mala pasada de soltar incoherencias de viejo baboso. Sus nietos le reciben con los brazos abiertos y él se siente joven: vuelve a escribir, a sentirse útil, vuelve a tener cuarenta años cuando se pone ante un escritorio. Bastaría quedarse a cinco metros cuadrados de uno mismo, sortear las calles, refugiarse en una cafetería, leer la prensa, dejar que los otros te ignoren, con el mismo respeto con que tu quisieras ignorarlos. El mundo no es insuficiente, sino uno mismo. No tengo solución. Todo lo que pudiera haber pasado hoy carece de importancia. No busques la soledad: siempre habrá alguien velando por tu fracaso.


Lunes 17 de Agosto

Cuaderno de bitácora. Nave estelar Superonís en viaje por la galaxia. Día 17200008.

Los integrantes de la nave abandonan la misma a temprana hora estelar hacia diversos planetas y estaciones de tránsito, unos al planeta Gijón, otros al planeta Oviedo, otros al asteroide Cangas. Unos pocos, enfermos o aburridos se quedan a bordo ocupados en diversas labores extrañas o de mantenimiento. Al final del día, escalonadamente, van regresando de sus respectivas misiones sin bajas aparentes. Como alguien no ha previsto que las especies predominantes del planeta Benia, que es donde estamos estacionados, son el conocido mosquito cabrón y la araña puñetera, y se ha dejado abiertas todas las puertas y claraboyas de la nave, sufro un ataque nocturno de las mismas, producto de lo cual me temo que amaneceré lleno de ronchones. Hala. A cagar a la Vía (Láctea).


Martes 18 de Agosto

Ya se sabe, como hace sol, a la playa. Y como pasa siempre, al llegar a la playa, nublado. Para desconocedores del asunto Oriente de Asturias, Benia está a 20 kilómetros mal contados hacia el interior y para llegar al mar hay que cruzar una cordillera, así pues si hay nubes a un lado es que el otro está soleado y viceversa. Aprovechando mi agilidad intrínseca y mis ganas de hacer pasar un rato divertido y amable a la concurrencia a poco de instalarme en mi sillita verde fosforito y de abrir el libro de Camillieri se vence el respaldo y quedo tumbado panza arriba, aprisionado por los posabrazos, como si fuera un galápago. Me agito y pido auxilio, pero como toda la playa se piensa que es una actuación sólo escucho risas. Incluso un individuo próximo se tapa con un periódico cada vez que giro la cabeza a su posición. A fuerza de deslizarme y llenarme de arena la espalda –qué asco- consigo al final incorporarme, saludo al personal y me largo. Tras la comida y tras echarme una incomodísima siesta en una silla de bar, también verde, nos vamos de vuelta a Benia. A partir de aquí la tarde noche se pone la mar de divertida y le salen dos estupendos rombos.

domingo, 9 de agosto de 2009

3 Las intrépidas aventuras de un poeta en vacaciones (segunda entrega)

Jueves 6 de Agosto

Después de los ejercicios matinales, las genuflexiones propias de pasar de un plano a otro y convertirse en bípedos, recitar versos paganos en otras latitudes llamados “bostezos” y tras los procesos que llevan a eso de las once de la mañana a adquirir raciocinio y verosimilitud, ambos términos de probada humanidad, partimos a Cangas de Onís, que está a quince kilómetros por la carretera del interior.

La ciudad anda, como siempre de bote en bote, como centro comercial y cruce de caminos que es. Conseguimos aparcar en breve, lo que indica que el día empieza bien. Después algunos recados. Sacar pasta del banco, comprar unas plantillas del 45 para los zapatitos que llevo, adquirir una pulserita que La voz de Asturias regala previo pago de dos euritos y entrega de cupón con los colores de la tierra, azul y amarillo, y hacer otras compras. Entre ellas está la adquisición de un recambio para mi Mont Blanc, que apareció esta mañana entre la ropa de la lavadora como nuevecita, pero con la punta desmochada. En cierta librería, papelería, quiosco de prensa y todo lo que te puedas imaginar relativo al papel y sus variantes, y con una dependienta dicharachera y parlanchina, de esas que te cuentan lo que sea con tal de pegar la hebra y que es divertidísima, la verdad, encuentro el dichoso recambio. Luego paseíto por la zona y una cañita sentados en la Avenida de Castilla, a ver circular a la plebe y echarle un ojo a El País.

Nos comemos en casa, ya de vuelta, un puré de puerros generoso, una ensalada de lechuga de la tierra, que es –no me canso de repetirlo- extraordinaria, y unos filetes de ternera comprados en la carnicería El Rubiu, que con poco que los metas en la sartén, no hace falta ni cortarlos con cuchillo. Asturias tiene una carne que sólo por probarla merece el viaje. Cuando vengáis por aquí hacedme caso, tomad nota. Es jugar sobre seguro. Y salvo algún gilipollas, que en eso no se salva región ni aldea, la gente es muy afectuosa y da gusto lo fácil que es entablar una conversación. Después del opíparo banquete nos vemos en la tele nueva un CD: El tercer hombre, esa obra maestra que firmó Carol Reed pero que todos sabemos que filmó realmente Orson Welles. Afuera, para acompañar, la lluvia cae con serenidad y holgura.

Nada más acabar la peli, con ese maravilloso y tristísimo final, llegan desde Madrid Carlos –hermano de Marisol- y su familia. Me traen mis botitas de siete leguas, mi cazadora vaquera y mi bastoncito de alpinista. Me disfrazo inmediatamente. Como Carlos es persona de grande valía para la república viene con su conexión USB para internet y aprovecho para actualizar mi página web. Para cenar me como los restos del bacalao con patatas de hace un par de días y otro filetito. Nos vemos una de Coppola que echan en la cuatro entre millones de anuncios y nos vamos a la cama después.

Antes de dormir me termino de leer –por tercera vez- La soledad del manager, de Manuel Vázquez Montalbán. Con seguridad, y para mi gusto, la mejor de todas las novelas de la serie Pepe Carvalho. Desde hace un mes más o menos me estoy releyendo esta serie de novelas, incluso creo que voy a iniciar un estudio como el que hice para Cátedra sobre Sherlock Holmes hace 5 años con el personaje de Carvalho. En el sueño me suceden cosas extrañas, pero eso mejor me lo cuento mañana.


Viernes 7 de Agosto


Invitado a un congreso literario me toca conversar con Luis Alberto de Cuenca, David Torres, Lord Dunsany, Walter Scott, un señor de barba que se parece a Echegaray pero que todos sabemos que es un impostor y un holograma de la actriz porno Michelle Bauer, sobre un manuscrito recién encontrado en Tolosa y redactado en portugués del Beato de Liébana. Luis Alberto, que abre la discusión, nos confiesa en voz muy queda que no se ha preparado el discurso y que en realidad no tiene ni puñetera idea sobre el tema y delega sobre David el asunto. David se levanta, carraspea, y comienza a hablar de toros. A todo esto el congreso se celebra en mitad de un prado. El público, que abarrota la escena, se ha disfrazado de vacas frisonas, pero nadie duda que es una estrategia para ponernos nerviosos, por lo que no perdemos la calma, salvo el holograma de Michelle Bauer, que a veces se transforma en un busto de Churchill y otras se parece a Millán Astray. Me toca el turno y aunque me defiendo bastante bien improvisando un poema en tetrástrofos monorrimos con los ojos cerrados, cuando los abro descubro que me balanceo al borde de las cataratas del Niágara y que el público, que ahora son todos monigotes de Charlot, desde la orilla canadiense, aplaude a rabiar. Yo no tengo el menor temor, es más, me lo paso en grande y aprovecho para disfrazarme de Búster Keaton y saludar al personal. De dos saltos me voy a la orilla estadounidense. Luis Alberto y David se ponen unos bermudas blancos y corren a abrazarme, mientras que el resto de ponentes se montan en un Ford T y se van. De repente suena el segundo movimiento de la Sinfonía Fantástica de Berlioz en una versión para banda de pueblo y nos ponemos a bailar. Entonces me despierto. Y me despierto de verdad.

El día amanece gris pero luminoso. Como todas las mañanas nos dedicamos a vivir sin aceleraciones. A eso de las dos y media hemos quedado con Elena y Alicia y Sulle para comer. Después de fracasar en varios restaurantes (Asturias está petada, pues mañana es el descenso del Sella y como llueve nadie se ha ido a la playa), conseguimos reservar en uno de Benia gracias a que Marisol conoce al dueño. Elena ha venido con Juan Carlos, uno de sus locos maravillosos, y una pareja de monitores, la mar de majos. Juan Carlos es un tipo estupendo, tiene 44 años. Hace cinco trabajaba de comercial, le encantaba conducir y preparaba su boda con su novia de toda la vida. Una trombosis brutal le hizo perder el control de su cuerpo, casi no habla, sus movimientos son impulsivos, recuerda quién fue, pero le es muy difícil recordar quién es ahora, casi no tiene memoria inmediata: a poco de fumarse un cigarrillo olvida que ha fumado y pide otro. Sólo sus ojos, de una inmensa alegría y de una tristeza inabarcable, delatan el hombre que aún lucha en su interior. Sólo el inmenso amor y cariño y respeto que Elena y esos dos chicos le ofrecen cada segundo, le hacen seguir viviendo. Él lo agradece como sabe, con su sonrisa, con su mirada. La dignidad de este hombre hace empequeñecerse a muchas de las personas que he conocido.

Después de comer Juan Carlos, Elena y sus compañeros –perdonad por no recordar vuestros nombres- , se vuelven al campamento y nos quedamos en Benia para enseñar un poco el pueblo a Sulle y Alicia (y a Nana, que está feliz corriendo y ladrando). Nos damos una vuelta por el campo, la iglesia, el cementerio (con un gallego al lado este acto es de obligado cumplimiento), el nuevo hotel (donde hacemos reserva para hacernos un circuito termal), la casa de Marisol, la casa rural donde dentro de unos días van a alojarse. Nana conoce a Rocky, el conejo inglés –casi no tiene orejas- marrón claro de Carlos hijo, sobrino de Marisol, y para ambos es una experiencia inolvidable y con toda probabilidad extraordinaria, dado el acojono y respeto que ambos bichos se profesan. Después nos vamos a Niembro, que es donde se encuentra una de las playas mas hermosas de Asturias: Torimbia. En toda la tarde el Sulle no para de hacer fotos. Cuando estamos a punto de irnos de repente aparece en el mirador de la playa Manuel, el hermano mayor del Sulle, y su familia, demostrando o que el mundo es tan pequeño como un ochavo, o que la capacidad de acoso y seguimiento de Manuel es, cuanto menos, irreprochable.

Dejamos a la pareja feliz bien encarrilados en la autopista hacia Gijón –Sulle ha comprendido que en Asturias el tom-tom carece de sentido- y nos volvemos, vía Posada, a Benia de Onís. Nos cenamos unos filetitos y una ensalada de envidia cochina, nos dormimos con una de Garcí que echan en la dos y esta vez sin remordimiento alguno nos vamos a la conquista del reino de Morfeo sin temor y con ánimos renovados.


Sábado 8 de Agosto

Como se me quejan por aquí de poner tanto nombre y ser tan tiquismiquis pues a joderse el personal, que yo soy el que lleva la burra y monta en ella quien a mi me pete y el que quiera ya puede pedirme conseja que ya veré si le alivio el viaje. Y allá me digan si esto o aquello y pónganse vuecencias al camino y luego me cuenten, que más o menos así se lo dijo Watson a Holmes, y este, cuando se vio en necesidad de contar por sí mismo sus aventuras bien se acordaba entonces de su amigo y cronista.

Así que ayer todo bien. Y lo más reseñable es que nos fuimos al monasterio de Bamia, que está aquí cerca, a ver si aún estaban los restos del Pelayo. Y sí que estaban sí, y si no los de sus parientes, todo calaveras y fémures y huesos y mandíbulas tirados por doquier, saliéndose de sus tumbas: todo un espectáculo. Yo estuve por traerme una calavera a casa, como hizo mi tío Manuel, que la tenía en su despacho y nos daba un miedo tremendo a los niños, y le había puesto en un cuévano una luz azul y en el otro una roja, y entre los maxilares le ponía un celtas corto, y apagaba las luces y pasábamos acojonados al cuarto y de repente se encendía una luz y luego la otra y así un rato, y con el cigarrillo puesto y el tío Manolo, que se escondía detrás de la mesa y decía con voz ronca latinajos, multus fluctus horríbilis tenebrarum y cosas por el estilo y salíamos pasillo adelante los cuatro sobrinos corriendo a grito pelado alborotando toda la casa y la tía María siempre igual no escarmentarás deja en paz a los niños que pareces uno de ellos pero que daba lo mismo porque a los chicos en el fondo aquello de la calavera las risas y los latines nos encantaba. Bueno, que no me la traje, y me dije si el Sulleiro hubiese venido, si hubiese venido... Ah, y tejos de pagana milenaria y mágica, y la puerta oeste, que aún se conserva pese a los diecisiete siglos que tiene encima, con unos fragmentos del Apocalipsis esculpidos, diablos, desenterrados, tíos arrastrados por los pelos al horno y otro metido en una cazuela mientras Pedro Botero le azuza las llamas debajo. Para verlo y no perder detalle.

Luego nos fuimos a Sirviella, a una sidrería de fama hoy venida un tanto a menos, que ya se sabe que el personal de todo se cansa y ya vendrán tiempos mejores: Tostu de huevo y picadillo, cabrito al horno con ensalada, frisuelos con crema de sidra, cerveza, pan y café, para dos treinta euros. A casa después, y la homérica Horizontes de grandeza o The big country en su original, Jean Simons, Gregory Peck, Charlton Heston y Burl Ives, que se llevó el oscar y la mejor frase de toda la historia del cine del oeste: Enséñele a su abuela a freír huevos.

jueves, 6 de agosto de 2009

1 Las intrépidas aventuras de un poeta en vacaciones 1

Bueno, amigos. Tras haberlo intentado en varias ocasiones al fin he logrado una conexión lenta pero conexión al fin y al cabo a internet. Aquí abajo os dejo lo prometido. Besos



Las intrépidas aventuras de un poeta en vacaciones (Entrega 1)



Viernes 31 de Julio

El taxista es un tío estupendo. A los diez minutos de salir dirección a la estación de Chamartín ya me ha enseñado varios artilugios que demuestran su capacidad irónica con el edil Gallardón, líder indiscutible de la verdad madrileña de la última década: una moneda con la efigie de Tutankamón –retrato probatorio de la antigüedad del alcalde-, y un espejo de dos caras con una inscripción en cada una, a saber: “No hay cambio para billetes mayores de 20 euros”y, al dorso, “No se cobra en carne”. Afortunadamente con un “je,je” concluyen sus habilidades retóricas y llegamos sanos y salvos a la estación de ferrocarril sin mayores contratiempos.

En la estación compruebo varios datos de mi capacidad viajera: Me he olvidado de pagar la factura del garaje, y eso que he cogido el taxi enfrente de la puerta del mismo; no he metido en la maleta las botas de montaña ni el bastón –absolutamente imprescindibles para caminar en Asturias- y tampoco he cogido el cargador del móvil. La factura puede esperar, las botas y el bastón vendrán vía Carlos, el eficiente hermano de Marisol, el día 6, y gracias a Antonio Rómar, que amén de ser un santo varón, se queda a cargo de mi casa; y el cargador, previo pago de 18 euritos, se puede adquirir en la tienda de telefonía de la estación. Bien.

El tren Alvia 4111 –ocupo la plaza 3C del vagón 5- sale puntual. Para en Valladolid, Palencia, León, Mieres, Oviedo y Gijón. Como bajaré en Oviedo tardará cuatro horas y media. A la altura de Palencia los tres hijos del matrimonio que ocupan los asientos delanteros, de aproximadamente 6, 8 y 12 años, comienzan a dar el coñazo a sus progenitores y a todo el vagón. Me traslado a la cafetería del convoy, donde, tras algún codazo, logro ingerir un bocadillo de jamón y queso y dos botellas de medio litro de agua con gas. Reconozco que el camarero, que tiene pinta de pijo de muestrario en prácticas, cumple bien su cometido. Leo El País, el ABC y sus suplementos. El Mundo se lo queda un señor con bigote y cara de estreñido y no lo devuelve. A la altura de Campomanes regreso a mi butaca y aguanto hasta Oviedo a los tres enanos de mierda –veo, veo, qué ves, una cosita, y qué cosita es- y al gilipuertas de su padre.

Marisolilla me espera en la estación. Son las 15:32. Comemos en un restaurante cercano. Me zampo unas fabes como Dios manda, una merluza a la sidra más que digna y de postre arroz con leche y café cortado: eso sí, sin pan, que estoy a régimen. Y tras encontrar el coche partimos a Benia de Onís, que es la patria chica de Marisol. Por el camino, en nuestro afán por adquirir unos geranios para la ventana de nuestro cuarto, descubrimos una playa interior estupenda, algo así como Guadamía, y un vivero donde, a la vuelta, pienso adquirir una planta horrorosa, feísima, de esas que cuelgan y parecen las barbas de algún eremita. La dependienta me asegura que es la mejor planta para un vago: no requiere cuidados, se cuelga de la ventana y hala, ya está, si ves que se pone algo seca la rocías con un pulverizador y punto. Cojonudo.

Llegados a Benia, siesta de cuatro horas. Después cena reconfortante y a la cama, a leer, que se nos ha roto la tele y sólo se oye. Y tragarse El coloso en llamas sólo de oreja da cierto resquemor.


Sábado 1 de Agosto

Amanece encapotado y lluvioso. A eso de las doce deja de orbayar, como llaman por aquí a la llovizna o mojabobos, y se convierte la cosa en un chaparrón que al rato deviene en tormenta y al poco el patio y las calles son puro río. Como hace un par de días también se rompieron las cañerías del baño y se forman unas goteras estupendas y la llave del agua está afuera cada vez que abrimos o cortamos el paso nos ponemos bien, pero bien. Afortunadamente hace frío y eso, quieras que no, en verano, consuela.

Por la tarde nos hacemos un viajecito a Cangas de Onís a ver si pillamos una farmacia abierta. En un alarde de eficacia se me ha terminado de caer el empaste de una muela. Dolor. El boticario ofrece paciencia y algodón. Más dolor. Vueltecita por el mercado medieval. Una tobillera para mi chica guapa, un brazalete para Julia, que no ha querido venir a Asturias, y un trozo de pizza recién hecha al horno. Mucho más dolor. Nos volvemos a Benia.

Afortunadamente Marisol ha hecho un bonito con tomate de exposición, y eso merece cualquier padecimiento. Mañana el telediario amenaza lluvia. Vaya novedad.


Domingo 2 de Agosto

Día de sol y sombra. Nubes al poco. Más nubes. Se le pone la coraza al cielo. Afortunadamente no llueve hasta pasadas las tres. Nos tiramos la mañana en el jardín leyendo, yo en voz alta, para practicar, un capítulo entero de un ensayo de Vázquez Montalbán sobre los escribas egipcios. Muy interesante. Cómo escribía el canalla.

Después nos zampamos un bacalao con patatas de premio y unas albondiguillas y unas ciruelas. Estoy por convencer a Marisol para que monte un restaurante, pero mejor no, que se jodan. Tras la siesta preceptiva de cuatro horas nos vamos al hotel del pueblo, que tienen internet gratis, pero no funciona. Nos tomamos un algo y para casita. A cenar. Y después a dormir escuchando música clásica. Vamos, que hoy nos hemos ganado el sueldo.


Lunes 3 de Agosto

Asturias es un lugar generoso en todas sus latitudes. Cuando llueve, que es lo habitual, se empapa hasta el canario, pero cuando sale el sol todo se inunda de colores y dan ganas de asomarse a la ventana y pegar un buen berrido de lo espléndido que es todo. A las 11 y media nos vamos al spá del hotel que se han montado unos de Lanzarote en el centro de Benia, donde nos vamos a meter entre pecho y espalda dos horitas de circuito termal. Bajas a unas catacumbas que son el mismo decorado de El planeta de los simios, y te encuentras duchas frías, calientes, piscinas templadas, otra con chorros diversos que te meten a presión burbujitas y corrientes hasta en el último rincón, sauna, ducha escocesa, baño turco y una zona especial con un pilón casi a oscuras con aguas del Mar Muerto –les debe haber costado una pasta- donde si te dejas flotas sin el menor esfuerzo. Reconozco que desde que hace unos años empezamos a ir a estos divertimentos, la verdad es que nos lo pasamos en grande.

Aunque en eso de flotar en las aguas esas, mis ciento y pico quilos han fallado estrepitosamente, provocándome la ingesta de algunos sorbos de agua absolutamente asquerosa, al final salgo arrugado como una pasa malagueña, que es a lo que habíamos venido. La sensación de relax es extraordinaria pero a medida que pasa el tiempo te da la sensación de haber subido un par de veces el Naranco a pulso.

Como nos vamos a ir a Oviedo, que está a una hora más o menos carretera adelante, a comprar una tele y a un dentista porque por el hueco de mi muela corro el riesgo de que si nos vamos a la playa mañana se me meta medio Cantábrico, decidimos comer por el camino. Lo hacemos en el Soberán, un restaurante de carretera hacia Posada, donde te sirven menús a plato fijo. Cuatro primeros, cuatro segundos, cuatros postres, a elegir uno de cada. Es uno de esos sitios de comidas a los que voy siempre. Entre otras cosas porque hacen un pote y un cabrito y un arroz con leche de los que alabaría Carvalho con un mínimo de cuatro páginas. Y todo por 10 euros. Esta vez, me he solazado con una ensalada asturiana –que es distinta a las del resto de España: más fina, y con sabor- y una carne mechada. De postre lo dicho y un café. El camino hacia Oviedo me lo pierdo sumergido en el sopor de un siestorro hasta la misma puerta del centro comercial.

El tipo de la tienda es genial, y en tres minutos salimos con una tele de oferta y una garantía de dos años. Aparcamos tras un par de vueltas por el imposible centro de Vetusta, vamos a la calle Uría, algo así como la Gran Vía en Madrid, encontramos un Vitaldent y en cuestión de minutos y sin dolor me colocan un empaste provisional sin cobrarme un céntimo. En el Teatro Campoamor van a poner la zarzuela La del manojo de rosas con un elenco bueno de verdad y la entrada más cara son 16 euros. Igualito que en el Foro. Nos vamos a la librería Cervantes y compramos una antología bilingüe de Auden, otra antología de haikus japoneses también bilingüe y con su traslación fonética y otra de Roger Wolfe, por menos de treinta euros los tres. Es más, por eso de hacer auto patria preguntamos por mis libros de poesía y resulta que los han vendido todos. No me lo puedo de creer, oiga. Tras una vuelta por el centro nos tomamos un chocolate con churros que nos sienta como un tiro –demasiado grasientos- y salimos en pos de una farmacia para acabar con el suministro vetustil de Almax Forte. Algo malo tenía que pasarnos en Oviedo, coño. Es imposible tanta perfección.

En el coche, de regreso, constatamos una constante curiosa producto de una observación minuciosa de los ovetenses y las zapaterías: muy pocos de los oriundos masculinos calzan sandalias en verano. ¿La selección natural les ha puesto pezuñas? ¿Son poseedores del record mundial de juanetes gordos? Misterio. Mañana, si hace sol, en la playa me fijaré por si se trata de una especialidad vetustina o una generalidad asturiana.

Nos ponemos la tele, ya en casa, y prácticamente –sin cenar siquiera- nos quedamos sobaos ante su poder hipnótico. A las tres de la mañana, tras un ímprobo esfuerzo, logro abrir un ojo, pulsar el botón de apagado y convencer a mi chica guapa que arriba, en la cama, se está mejor.


Martes 4 de Agosto

Lo malo de tener tele en casa es que por la mañana, en vez de despertarte con sinfonías lo haces con anuncios. Lo malo de Asturias –sobre todo los días de sol- es que ves lo que hay a tu alrededor: o mares o montañas, y claro, siempre hay alguien que dice de ir a un sitio o a otro. Hoy tocó playa.

Los que somos vagos, no es que odiemos las playas o las montañas, sino que nos hagan movernos más de cien metros de nuestros reales. Ya lo explicaré otro día, lo prometo. Me extendería lo suficiente para hacer un pequeño ensayo. Y no es plan para este diario. El caso es que tocó playa y yo, como siempre, intenté disimular lo mejor que pude, porque tampoco es plan aguar la fiesta al que disfruta con ello, y la buena de Marisol, que le gusta la cosa del mar, no se merece que un papanatas como aquí el menda le churrusque la ensaimada. Voy, me adapto a lo que puedo e intento sumergirme en un papel más que secundario de atrezzo. Ella sabe muy bien lo poco que me gustan estas movidas y lo pasa también algo mal porque participo poco y porque ve que con el tiempo no cambio.

Volvimos a Benia, pasando por carreteras secundarias y pueblos montañeses, verdes valles, laderas ubérrimas, altos alcores, casas populares, terruño y lontananza. Cenamos una vichisuás de libro, buenísima, y nos pusimos a ver ese programa infecto para mi gusto que se llama Españoles por el mundo, donde, presentados por una sujeta pija e inculta, vemos como diversos compatriotas se han ido a diversos parajes del globo y han hecho dinero a espuertas. Yo sé de mucha gente que no les va tan de puta madre por ahí fuera, pero esos no tienen ni tendrán voto en estos programas de puro escaparate. Así que, a los diez minutos, agarré tal sopor que, entre sueños, horas después, me pareció cómo, infructuosamente, Marisol intentaba arrastrarme al lecho. A las seis de la mañana, tras un agitado sueño que mejor no descifrar, lo conseguí por mis propios medios. Nevermore, nevermore....


Miércoles 5 de Agosto

Otro día para ganarse el sueldo. Lluvia. Como nos hemos traído unos cuantos libros pues a leer. Lluvia. A veces escampa un rato. Entonces sacas la cabeza y lluvia. Decido escribir un poemario en versos limpios, prosaicos, rápidos, puntiagudos, sin mucho alambique, sobre Asturias. A ver qué sale.

Entre una cosa y la otra Sulle y Alicia hacen aparición telefónica. Están en Gijón y prometen pasarse por aquí un par de días. Resulta que eso de la lluvia y el fresquito les agrada. Nos informan que la Elenita está ejerciendo de monitora con sus cincuenta locuelos en un pueblín cercano: Mestas de Con. Supongo, dioses buenos mediantes, que haremos por vernos. Marisol les encuentra acomodo aquí al lado, en una casa rural, tras convencer a la dueña que Nana, la perrilla del Sulle y la Alicia es como su nombre indica.

Por la noche nos tragamos la peli de Expediente X, mejor dicho, me trago, porque la cuca de Marisolilla se tumba, me pone los pies en las rodillas y le hago un masajillo que la deja run run, como los gatos. Como suele pasar, a una hora indeterminada de la noche aburridamente catódica, suelo caer vencido. Despierto con el culo hecho un siete por el imposible sillón, y tararí tararí, emprendemos retirada escaleras arriba, desmochados y rotos en busca de una horizontalidad bien ganada.
 

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