viernes, 11 de noviembre de 2011

0 Diarios inútiles: 11 -11- 2011

Bueno. A la tercera tenía que ser la vencida y así ha sido. Al fin han conseguido robarme el bolso. El negro. Ese que llevo siempre en bandolera. ¡Jé!

La primera fue hace años. Lo menos 15. En el andén del metro Ríos Rosas. Sobre las 11 y media de la noche, cuando trabajaba de segurata en el Canal de Isabel la II. Fue un tirón en toda regla. Me dio tiempo a gritar cuatro palabras: ¡Libros!¡Sólo hay libros!. El ratero paró en seco. Abrió el bolso. Metió la mano y era verdad. Papeles, libros, algún bolígrafo barato: poco más. Lleno de ira me insultó y tiró mi bolsa a las vías.

La segunda hace cinco años. También en el metro. En un vagón. Te roban dos personas: una te pisa un pie, para llamar tu atención hacia un lado. En el otro lado, que es donde llevas colgada la bolsa, un compinche te desvalija. Pero mi ladrón solo encontraba libros, cuadernos, papeles, bolígrafos baratos: poco más. E insistía. Eso le perdió. Acabé mirando. Le sonreí. Dije: Solo libros. Me miró con asco e incredulidad bien repartidas. Parecía del este. Llegamos a la estación. Desaparecieron.

La tercera ha sido hoy. Esta noche. Mientras tomaba una caña en el Bar Chileno, bajo la academia, en la calle Ruiz. Dejé la bolsa en el respaldo de la silla donde estaba sentado, junto a una de las puertas. Alguien entró, cogió el bolso y se fue. Así de sencillo.

El inventario de lo sustraído es:

- Una pequeña edición de poemas de Hipólito García “Bolo”, dedicada por el autor.

- Un libro de la colección Adonais con poemas de Juana Castro, también dedicado por ella.

- Un libro con la poesía completa de Juan Eduardo Cirlot, en la edición de coleccionista que la Editora Nacional hizo en 1975. Lo más caro.

- Varios poemas corregidos de mis alumnos.

- Los apuntes para mi taller de música.

- El cuaderno de notas en el que llevo el diario de las clases que imparto.

- Una pluma regalo de cumpleaños de mi amigo José Antonio, O Lobo.

- Unas piedras que me trajo Roberta de Nápoles.

- Un pequeño callejero de Madrid.

- Un peine, un cortaúñas, medicinas, bolígrafos baratos, cachivaches, todas esas pequeñas cosas que nos hacen llorar cuando nadie nos ve… que decía don Joan.

Deborah, María, María José y yo dimos un par de vueltas, registramos papeleras, basureros, pilas de escombros, miramos entre los coches. No hemos tenido suerte.

Me cabe el discreto deseo de que a mi ladrón le guste, al menos, leer.

jueves, 3 de noviembre de 2011

1 Avena loca 2/11/2011

Faltaron muchos. Eché de menos a bastantes amigos. De los de siempre. No pasa nada. Otro día vendrán. Tal vez la lluvia, o el fútbol, que se unieron de nuevo en un tándem maléfico, quisieron amargarme la fiesta. Llevaba más de 10 años sin organizar un ciclo poético. Sin embargo sabía que no podía fallar, que habría lleno, que siempre hay buenos aficionados: y no me equivoqué. Si la continuidad del ciclo depende de esta primera prueba sólo me queda dar las gracias.


Así pues GRACIAS.



A Loren Fernández, que supo hallar una incomodidad en la pared en que apoyarse, para ofrecernos unos versos llenos de ácida lírica, holganza de lo íntimo salvaje, lujuria contenida por la palabra despertar.

A Juan Hospital, todo voz callada y silencio, tono del hombre necesitado y necesario. De dentro afuera y luego adentro: un gozarse que le estaba haciendo humildad y belleza.

A Mariana Pesci, que, sometida al dominio de la palabra, fue desgranando de menos a más la necesidad de la escritura, la redención por el día, una carga de pura sensualidad deshilándose en el amor.

A David Torres, cada instante más humano, más poeta, más lleno de un sosiego que hace ya tiempo necesitaba, y que en las manos de Beatriz -en su segundo plano de pintora del alma- a buen seguro le hace más contemplativo y sereno.

Un gozo y una suerte haber estado con vosotros, poetas, amigos, voces.

¿Me olvido deciros que os quiero?







 

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