9 Mercedes Muñoz - La primera arruga en la frente de un trapecista
8 Carlos Gibaja - Luz y arena
7 Pepe del Cid - Yo, Edward James
6 Mercedes Muñoz - Poema de Tesis
5 Alberto Ferrero - El vendedor de neumáticos
4 Gabi Nan - La estatua de la libertad
3 Pepe del Cid - Oficios de un odradek
2 Pilar García - El kimono
1 Carlos Gibaja - De sexo ni hablamos
Carlos Gibaja / Taller de Lectura y Poesía / La Piscifactoría
Diciembre de 2012
7 Yo, Edward James
No abriré las puertas del hotel esta noche. No abriré ni una sola de sus habitaciones. Dejaré deshechas las camas, caladas las toallas y la nieve blanquinegra crepitando en los televisores.
7 Pepe del Cid - Yo, Edward James
6 Mercedes Muñoz - Poema de Tesis
5 Alberto Ferrero - El vendedor de neumáticos
4 Gabi Nan - La estatua de la libertad
3 Pepe del Cid - Oficios de un odradek
2 Pilar García - El kimono
1 Carlos Gibaja - De sexo ni hablamos
9 La
primera arruga en la frente de un trapecista
La
simbiosis era perfecta
mientras
el trapecista ejecutaba un doble mortal
el
empresario llenaba sus bolsillos con un nuevo contrato.
Jusepe
nunca bajaba del cielo,
y
Graciano no despegaba sus pies de la arena,
los
dos
conocían
a fondo su terreno en la carpa del circo.
Lo
que me inquietaba
era
la aparición de esa primera arruga en la frente del trapecista
pues
daba pié a muchas suposiciones.
Y
la situación podría ser realmente alarmante,
se
podría pensar incluso
que
la petición de Jusepe de un segundo trapecio,
hubiera
podido abrir una brecha entre ambos hombres.
Y
en ese caso que podría hacer yo,
pues
los dos
me
resultaban imprescindibles.
Como
espectador
desconocía
la opinión que cada un de ellos tenía del otro,
pero
el poder continuar
una
vida armoniosa
dependía
de que ellos pudieran solucionar rápidamente sus conflictos,
pues
en caso contrario
me
vería condenada a elegir entre la locura o la mediocridad
Mercedes Muñoz/ Taller de Lectura y Poesía / La Piscifactoría
Diciembre de 2012
8 Luz y arena
Tú, vestido
de aplausos ( mis aplausos)
Antes cabalgaron los payasos esperando a la mujer barbuda,
El mago no les hizo reír, pero adivinó sus edades.
Se atragantaron los pasos de los elefantes al saber donde estaba la cama del faquir.
El fuego parecía escaso cuando entraron los hermanos contorsionistas llenos de sudor y envidia.
Si. Envidia.
Todos te envidiamos
Porque tenemos que convivir con lo mundano.
Ves pasar cientos de personas todos los días desde lo alto de tu nicho
Gente a la que no oyes.
Nos iremos a la cama esta noche con su imagen, sus risas y sus olores.
Y tú, arriba si sentir nada.
Elegíste quedarte entre el cielo y la tierra,
Entre dios y los hombres para mantenerte en equilibrio y no sucumbir a nuestros pecados.
Pecados que hicieron de tí humano
Y que en (o por) tus alturas quieras olvidarte de ellos.
Pero no estoy dispuesto a perdonarte
Y aunque sólo tengo que encender y apagar tu foco, abrir y cerrar tu momento diario,
No cortaré la sangre que me oprime el pecho
Y gritaré entre susurros que eres mortal,
Que tienes defectos y que algún día perderás el equilibrio.
Ese día dejaré que los niños se acerquen a ti con sus algodones de azúcar.
Dejaré que te vean sus abuelos, con su olor a laxante y herencias podridas.
Oiré a los padres de esos hijos insultarte
Mientras los adolescentes se ocultarán bajo los asientos para poder tocarse.
Entonces veremos tu muerte,
Seremos nosotros a quienes veas por última vez.
Serás tú quien predique con el ejemplo ante la mano de tu dios.
Antes cabalgaron los payasos esperando a la mujer barbuda,
El mago no les hizo reír, pero adivinó sus edades.
Se atragantaron los pasos de los elefantes al saber donde estaba la cama del faquir.
El fuego parecía escaso cuando entraron los hermanos contorsionistas llenos de sudor y envidia.
Si. Envidia.
Todos te envidiamos
Porque tenemos que convivir con lo mundano.
Ves pasar cientos de personas todos los días desde lo alto de tu nicho
Gente a la que no oyes.
Nos iremos a la cama esta noche con su imagen, sus risas y sus olores.
Y tú, arriba si sentir nada.
Elegíste quedarte entre el cielo y la tierra,
Entre dios y los hombres para mantenerte en equilibrio y no sucumbir a nuestros pecados.
Pecados que hicieron de tí humano
Y que en (o por) tus alturas quieras olvidarte de ellos.
Pero no estoy dispuesto a perdonarte
Y aunque sólo tengo que encender y apagar tu foco, abrir y cerrar tu momento diario,
No cortaré la sangre que me oprime el pecho
Y gritaré entre susurros que eres mortal,
Que tienes defectos y que algún día perderás el equilibrio.
Ese día dejaré que los niños se acerquen a ti con sus algodones de azúcar.
Dejaré que te vean sus abuelos, con su olor a laxante y herencias podridas.
Oiré a los padres de esos hijos insultarte
Mientras los adolescentes se ocultarán bajo los asientos para poder tocarse.
Entonces veremos tu muerte,
Seremos nosotros a quienes veas por última vez.
Serás tú quien predique con el ejemplo ante la mano de tu dios.
Carlos Gibaja / Taller de Lectura y Poesía / La Piscifactoría
7 Yo, Edward James
No abriré las puertas del hotel esta noche. No abriré ni una sola de sus habitaciones. Dejaré deshechas las camas, caladas las toallas y la nieve blanquinegra crepitando en los televisores.
Todos los frailes dormirán
hoy en la calle. Que os arrope el manto de los años, si es tan vasto y tan
fornido. La huella de sus índices no es mi norte, ni mi compás el ronquido de
sus lecciones. No se extingue en sus cenizas el misterio de este fuego.
Llamarán a golpes los
artistas pidiendo audiencia, arrastrando su casquería, llorando las migas de su
miseria. Ya no hay balcones desde los que arrojarse. A morir sin duelos. Ahora
mis manos serán cuenco roto de otras lágrimas.
Veré pasar de largo el
fulgor de las turistas al otro lado de la acera. La fresca huella de sus colas
estivales, el polvo estelar de sus tobillos: un velo de pulpa celeste. Cierro
los ojos y mascan mis párpados el negro invierno.
No abriré las puertas del hotel esta
noche. No abriré ni una sola de sus habitaciones. Hoy voy a dormir vacío,
frente al espejo, dándome la espalda.
Pepe del Cid / Taller de Poesía I / Fuentetaja
Diciembre de 2012
6 POEMA DE TESIS
Si pudiera pintar a un elefante
de blanco inmaculado
como un lienzo vació
como piel de palabras
o rostro de silencios
donde dioses distantes
crecen en el otoño
apenas sin pronombres, incluso con la lluvia
entre cines de barrio
y tardes de domingo
donde un gesto del héroe
inunda algún pañuelo
y en catarsis de estrellas muere de sueño el mal
si pudiera pintarme
en un beso de cine
y entre junio y septiembre
sentir para explicarlo.
si pudiera volar tras la pantalla
tan ágil como un junco,
como luz...
podría vivir sin ti.
Mercedes Muñoz/ Taller de Lectura y Poesía / La Piscifactoría
5 EL VENDEDOR DE NEUMÁTICOS
Venga
ya audi arre
así
sólo quedan siete colinas
para
llegar a la colina octava
número
diez son dos
son
dos el número veinte
el
número mil son cuatro
se
trata de colinas
solamente
audi digo
ya
pasajeramente
podremos
descansar
cuando
olvidemos todas las colinas
te
invitaré a agua
ardiendo
beberás
una
por una olvidando
aquello
que cabalga libre
también
sale en los mapas
en
tu gps audi
versos
muy digitales
y
atrapadas las nubes
por
encima del capó
el
cielo es nuestro color amigo audi
si
te quito el gps
prométeme
que recordarás mi nombre
Me
llamo Juan Algarabía
entre
las colinas conduzco
vendiendo
neumáticos
su
mirada más a mano
mi
audi lo corrobora
vendo
el tacto de los vehículos
Venga
ya audi arre
Juan
Algarabía al volante
cambio
el mundo con el zapato
aprieto
la palanca
Alberto Ferrero / Taller de Lectura y Poesía / La Piscifactoría
Diciembre de 2012
Diciembre de 2012
4 La estatua de la libertad
La estatua de la
libertad baja su brazo por primera vez en 125 años.
No es por
cansancio, ni por hartarse de tanta llama alumbrando más yugos que sonrisas,
sino por la reforma. Por las grietas de sus ojos y el óxido que come sus pies.
Nos queda el oro, el oro que tantas espadas afilan. Podemos concebir otra
estatua, otro símbolo que nos anime.
Tardarán un año y
medio en renovar su calzado, su vestidura y la fuente de su luz.
Le darán cortes y
lustros, los que aprendieron en las guerras, como tiene que brillar nuestra
musa.
Hasta entonces, su
montaña siempre fría bajo el sol, quedará despoblada, sin magos que alcancen la
estrella mesiánica. Solo andamios y signos del necesario apoyo, que le urge a
la dama más soñada del mundo.
Apagamos la llama
del logro humano más alto, bajo las heladas tormentas de la vejez, para
reinventarla.
Cuándo la tengamos,
¿quedará espacio para ella?
Gabi Nan / Taller de Lectura y Poesía / 3 Rosas Amarillas
Noviembre de 2012
3 Oficios de un odradek [IV]: figurante.
Nunca miras a nadie.
No hay quien distraiga
tu indiferencia.
Tu cuerpo atraviesa sin esfuerzo,
como la luz el aire,
cuanto aquí vive.
Está deshecho el mundo
del perfil de tus córneas
al relieve del sueño
que te hipnotiza.
Pronto despertarás
y cuando alces la vista,
todo será trágicamente reconocible.
Luego abrirás la boca
y en tu bostezo asomará el ciclo
petrificado de cada día.
Ese que yo quisiera engullir.
Ese donde no existo.
Pepe del Cid / Taller de Poesía I / Fuentetaja
Noviembre de 2012
Noviembre de 2012
2 EL KIMONO
Comemos
el arroz de la amargura.
Bebemos
sake frío.
La guerra
no se acaba
detrás de
este biombo.
Millares
de katanas
se cruzan
al compás del miedo.
Su sangre
no salpica
las flores
del almendro en tu kimono.
Tu diosa
Amaterasu
dejó al
mundo sin sol.
Ya todo son tinieblas.
Y esparces
mis dibujos,
sembrando
en el tatami
cosechas
de epigramas.
Brindemos
con los labios,
sellando
nuestro acuerdo,
en esta
ceremonia
sin
caligrafía.
Tú naciste
en Kioto.
Yo, en
Sian.
Sidartha
nos contempla compasivo.
Pilar García / Taller de Lectura y Poesía / 3 Rosas Amarillas
Noviembre 2012
Noviembre 2012
(Inspirado
en el cuadro “El Kimono”del artista americano William Merritt Chase/1849-1916)
1 De sexo ni hablamos
Mientras bajo por tu falda
dices algo entre suspiros,
¡Mis zapatos!
Alto, donde está la balda
cuelgan ambos dando giros,
¡Yo te mato!
En silencio te desnudo,
con tu imagen en mi mente,
la garganta,
que me sirve como escudo
y tus manos en la frente,
eso, me encanta.
Al ver que estaban tirados,
rotos en su mayoría
¡Tus zapatos!
Los pantalones bajados
es lo único que tenía.
¿Mis zapatos?
Busco a tientas, no a oscuras
entre la imagen presente
tus señales,
Pierdo tu mejor postura
esta noche de repente.
¡qué modales!
dices algo entre suspiros,
¡Mis zapatos!
Alto, donde está la balda
cuelgan ambos dando giros,
¡Yo te mato!
En silencio te desnudo,
con tu imagen en mi mente,
la garganta,
que me sirve como escudo
y tus manos en la frente,
eso, me encanta.
Al ver que estaban tirados,
rotos en su mayoría
¡Tus zapatos!
Los pantalones bajados
es lo único que tenía.
¿Mis zapatos?
Busco a tientas, no a oscuras
entre la imagen presente
tus señales,
Pierdo tu mejor postura
esta noche de repente.
¡qué modales!
Ahora
maldigo a tus pies
por no dejarme gozar
de esta noche,
a los dos gritando ¡yes!.
El camino que he de andar
sin mi coche.
Carlos Gibaja / Taller de Lectura y Poesía / La Piscifactoría
23 de octubre de 2012
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