martes, 5 de enero de 2010

6 Algunos poemas casi tristes 9

Siete liras blancas para Julia

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo.”
Lope de Vega

Desde estas soledades
con el pobre tabaco de la espera
donde pidiendo amor
recibo algunas dosis
de intermitentes tonos o silencios

retrocedo y me busco
en las palabras una voz amigos
o un apretón de manos
antes que la guarida
se me infecte de humo y llegue el sueño

con su ración de sopa
siempre fría y a fuerza de saberte
te acompañan los libros
hasta que un golpe dulce
de luz rompe mis ojos en la almohada

y te levantas roto
a por el vaso de agua o a mear
a mirarte al espejo
y a preguntarte dime
a quién le toca hoy ser el bufón

pese a todo la noche
decide que algo debes de dormir
para mañana darle
una sonrisa al día
todo está bien decidle que la quiero

decidle que en mis manos
tuve una vez su cuerpo incomprensible
sus ojos sus pies dóciles
la ficción de su boca
la sangre que vistiera aquel dolor

sus silencios el sueño
aplazado en la espalda la alegría
de amar desde una almohada
y en el te quiero de hoy
el dolor del bufón mis soledades


urceloy / enero de 2010


Nota: La lira blanca se comporta como la lira clásica sólo que prescinde de rima alguna, aunque no de su rítmica. En el presente poema se ha añadido una dificultad al hacer confluir en la última lira cada una de las palabras con que finalizaban las liras anteriores y el leiv-motiv de la primera estrofa, que se contempla también en la cita.

6 comentarios:

  1. Este poema es maravilloso, Jesús, y tan sentido que, si Julia no contesta, es que es una niña-niña todavía, aunque se crea tan grande.NO te preocupes que ya se arreglará. Besos

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  2. Un abrazo, Jesús, y sigue, que te sigo.

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  3. TOMA UN SONETO DE ENTRENAMIENTO, MANDRUL:

    Me llamé y te incendiaste de mirarme,
    te llamaste y tu fuego me sostuvo,
    nos llamamos y el humo que nos hubo
    dejome ardido y chusco de incendiarme.

    Me saliste y yo hice por entrarte...
    no quisiste y de no entrarte salime
    y quedeme metido en el dirime
    de entrarte y no salirte sin tocarte.

    Si me llamo y me salgo por amarte,
    ¿qué no haré si al tocarme y sopesarme
    te encontrase ante mí toda dejada?

    quizás vaciarme entero, hermosa amada,
    y luego lentamente desllamarme
    mientras me agoto en el desensartarte.

    © lfcomendador

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  4. ¡Qué hermosura de liras!
    Le he dado vueltas estos días sin verle luz al asunto. Tal ve no haya nada que iluminar. La niñez es, también, un tiempo oscuro.
    En realidad, pienso que:

    El hombre siempre tiene alguna culpa:
    la culpa de los lunes por la tarde,
    o la culpa de los viernes por la noche.
    No importa que la culpa sea una estafa.
    El caso es ir durmiendo con la deuda,
    follando con los sueños de un suplente
    hasta que tú me digas: ¡ahora basta!
    Y entonces me despierte
    sin nombre ni apellidos.

    Te quiere,
    el Sulleiro

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