Salmo XLV
Hace tiempo que bailo en un solsticio
de sombras, donde un ciego y unos dados
marcan el ritmo, donde mis pecados
son, por pura omisión, un desperdicio.
Escribo poco, leo poco, el vicio
solitario me aburre los resfriados,
y me duele un amor. (Por los costados
del alma se me va el cuerpo al hospicio).
Me cuesta irme a la cama, el cenicero
rebosa de mentira a manos llenas,
mi cuenta por corriente sigue a cero,
el café se me enfría por las buenas
rimo este verso en pero
y este apenas
urceloy / enero de 2010
jueves, 21 de enero de 2010
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Maestro, cambie el último terceto, queda pobre para lo anterior.
ResponderEliminarPrecisamente es ahí a donde va el soneto, a mostrar esa desgana tan brutal que los versos se me van empobreciendo y disminuyendo hasta casi el hastío, renunciando a casi todo, lo foprmal, la belleza, etc
ResponderEliminarCuesta mucho escribir tan pobre, amigo mío, léalo de nuevo y verá que hay razones suficientes para dejarlo así.
Y muchas gracias, siempre.
Urce
Querido Jesús: bien está que tus poemas los titules "Casi triste", pero me dejas por los suelos cuando te leo, espero que sea parte de la habilidad que tienen los poetas para mentir y sólo sea un poema y tú para nada estés triste. Besotes (¡Ah! el poema me ha encantado)
ResponderEliminarUno de tus mejores sonetos. Ese último terceto es la clave, claro que sí. Una apoteosis a la inversa, que se encamina a un dolor subterráneo, a la abulia que ni siquiera permite acabar en unos puntos suspensivos...
ResponderEliminarCon tu aquiescencia, me lo llevo de paseo para publicarlo en Flickr, con un enlace a tu blog.
Abrazocéano