Dignidad
A las dos hostias se le acabó la dignidad. Los hombres del pelotón sonreían. El capitán propuso tomar un trago antes. Para entonar los músculos.
A las dos hostias se le acabó la dignidad. Los hombres del pelotón sonreían. El capitán propuso tomar un trago antes. Para entonar los músculos.
Mientras la ataban a la silla rieron la ocurrencia. Y así siguieron, de pura broma, después de los disparos, cuando la botella fue agotándose camino de los barracones.
Horas después el cantinero salió a mear al patio y pensó que bien podrían haber retirado aquel cuerpo, con el frío que hacía.
urceloy / 2009
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