miércoles, 29 de abril de 2009

1 Homenaje a la imbecilidad humana 1

El 4 de enero de 1912 Franz Reichelt, sastre parisino, se arroja desde el primer piso de la Torre Eiffel demostrando al mundo la utilidad de su recién inventado traje – paracaídas.


¡Fuera, apartad! -el hombre ya no es hombre-
rasga la voz la altura. Abajo, el globo,
atento ignora su gobierno: el bobo
nunca presume nada que no asombre.

Zar de los aires. ¿Servirá el intento?
Recto el corte y más recta la palabra,
el futuro dirá... ( Ahí va el invento
iluminadamente abracadabra).

Con el frío en los huesos, y en el banco
hueca la sangre, y el espacio en torno,
envidiosa la duda ayuda al salto.

Ligero hacia la luz, ya sin retorno,
torpe vuelo que grita un verso en blanco:
............................................................... .



urceloy / abril de 2009

http://www.youtube.com/watch?v=21TkyF4gua0

domingo, 26 de abril de 2009

1 Tratado de urcelología 10

A ambos lados del go pretende el necio.

Cada vez que se tiraba un pedo arrojaba un trozo de alma.

Cuando antologues procura que no se note si lo haces al dictado.

En el amor y en la amistad siempre pierde quien más da.

En los negocios, sin embargo siempre gana el más amigo.

En la calle nunca recogía las heces de sus perros. No sabía distinguirlas de las suyas.

Era tan puta que sólo follaba de espaldas al público.

Era un poeta tan ególatra que sólo escribía de sí en presente histriónico.

Los mediocres ríen para adentro.

Quien se cree grande reparte limosnas.

sábado, 25 de abril de 2009

2 Música curativa 2

Esto lo escribo de memoria, así que no se esperen muchos datos como fechas y esas cosas, además que para eso está la wikipedia.
El segundo tema que elijo para la Cura Musical es el aria más famosa de la ópera de Korngold "La ciudad muerta" . El tema de la ópera es rarete para una obra de este calado. Nos encontramos a un tipo que vive casi en absoluta soledad en su casa tras la muerte de su amada esposa, es más casi nunca sale del cuarto de estar, donde hay un retrato estupendo de la dama en una de las paredes. Le visitan amigos, cada vez menos, que le invitan a irse con ellos a pasear y esas cosas, y el tipo va con ellos muy de vez en cuando. En una de esas salidas cree ver a una mujer igualita igualita a su mujer muerta, y ésta, por lo del ligoteo y aprovechando que están en fiestas de carnaval en la ciudad, le sigue la corriente. Él la lleva a su casa y parece que la cosa va bien hasta que se da cuenta de la locura amorosa de él y de que no la ama a ella, sino al fantasma de su mujer reencarnado. Sin embargo le comprende, ya que se da cuenta que él no está loco, ni es un psicópata: sólo un hombre que le juró amor eterno a su mujer y está cumpliendo su palabra. Al final el enamorado entiende que su sueño es imposible, que nada puede hacer salvo quedarse en la última soledad: se despide de sus amigos, de la chica guapa, con caballerosidad, sin montar numeritos y tras echar las cortinas de su casa, que queda a oscuras, canta el mismo aria que suena en mi selección musical, saca un revólver y deja que caiga el telón, mientras la música, una música muy triste y muy bella, nos acompaña.
El aria que se escucha pertenece al final del Acto I. El enamorado, que se ha quedado absorto mirando el cuadro de su mujer, cree que esta ha salido del mismo, para consolarle con esta bellísima canción.
Nuestro compositor, Eric Wolfgang Korngold fue un niño prodigio, y en las fotos sale siempre con una carita tan de buena persona -lo era- que apetece ser amigo suyo. Fue un compositor de no muy extensa obra (murió a mediados del siglo pasado con poco más de cincuenta años). Tuvo que salir por patas de la Alemania nazi, no por judío sino porque al régimen no le gustaba nada la música que hacía y se buscó las castañas en California, donde puso música a un buen puñado de películas, entre ellas la oscarizada Robin Hood, que protagonizó Errol Flynn. También fue uno de los compositores que recibió el encargo de hacer un concierto para la mano izquierda por parte del pianista Wittgenstein, hermano del famoso filósofo, cuando el primero perdió su brazo derecho en la Primera Guerra Mundial. Hace poco se ha encontrado la partitura de la única sinfonía de Korngold, se ha grabado y es absolutamente genial.
Creo que la ópera "La ciudad muerta" debería traerse de una puñetera vez a este país y dar cabida a otras músicas, a otro repertorio, a otra belleza.

jueves, 23 de abril de 2009

0 Tratado de urcelología 9

Era un poeta tan serio que a los dieciocho versos se le iban los poemas del papel.

Y era otro tan aburrido que a los catorce ya se la habían ido de casa.

En el instante de tirarse al vacío todos los suicidas se llaman Jerónimo.

Tanto amor ponía al masturbarse que su mano, llegado el momento de la separación, lloraba lágrimas blancas.

Hay mujeres que se arreglan tan bien antes de salir de casa que deberían obligatoriamente pasar después la ITV.

Todas las coronas deberían encajarse boca abajo.

En el trabajo sólo follan los que están bien jodidos.

No esperes al hachazo para sacarle la lengua a tu verdugo.

El déspata huye siempre un momento antes del golpe de estado.

La patroanal siempre está dando por el culo.

Para quien siempre estuvo de rodillas es una tortura estar de pie.

martes, 21 de abril de 2009

4 Pornomanía del yo 3

Con el paso del tiempo y tarde, como siempre, me voy dando cuenta de los índices de mi fracaso. Mi buen amigo José Luis Morante tenía razón. Dijo y si no lo dijo me vale por igual el comentario, que soy un poeta “divertido y que hago sonetos” , y que eso me granjea no ser tomado nunca en serio, no figurar en las antologías, no figurar en las listas, no ser invitado a los congresos. Desde aquí me humillo ante esas palabras. Y fundamentalmente porque yo mismo avalo, y sigo avalando, dada mi forma de ser, que se piense de esa manera.

La verdad es que en mi obra poética no he publicado más de nueve o diez sonetos, y de entre ella, incluidos estos, no creo que lleguen a cinco los poemas per sé divertidos. Es más, me considero un poeta bastante serio, con un sentimiento más hacia lo trágico que a lo elegíaco, que tiendo al conocimiento de las cosas, a la experiencia de la vida, al dolor, pero siempre con un pequeño madero de salvación al alcance de la mano: la alegría necesaria de entregarse, de darse como salvación. Sin embargo no soy capaz de vender esta realidad y en público suelo ofrecer un carácter distendido y alegre, y no falta recital, congreso o tertulia en que no acabe recitando de memoria textos de índole jocosa –la mayoría de otros autores- que me son muy aplaudidos y vitoreados.

No me doy cuenta que precisamente en esos finales es dónde uno se juega realmente el tipo: que lo que se recuerda de uno es eso, esos finales de fiesta y por mucho que repita que no, que eso es otra cosa, que esa es mi parte actoral y no poética, al final todo el mundo regresa a sus soledades pensando en lo muy gracioso, en qué sonetos tan divertidos hace el Urceloy. En lo poco serio que soy. Y como tengo una voz buena, y conozco algunas de las claves del buen recitado, la cosa se afirma y contribuye a afianzar ese sentimiento ajeno.

Aprendí la escritura de la poesía desde lo clásico a lo moderno. Supe escribir madrigales y romances, silvas y endecasílabos, sonetos, antes de atreverme al verso libre, a la prosa poética y al versículo. El haber estudiado de esta manera, que es muy difícil en estos tiempos, me llevó a quemar mi obra escrita anterior a los treinta años, plagada de ritmos, de ejercicios sonoros y de figuras literarias. Se entenderá que es muy sencillo para mi escribir un soneto en cinco minutos, al modelo clásico, que a poco que lea cualquier poema de cualquier poeta me sea de una sencillez extrema imitarle y que alguna vez me haya prestado a ese juego en cafeterías y conventillos. Esto, evidentemente, tampoco ha hablado de mi poética a favor. Tal vez por esa facilidad escribo cada vez menos, cada vez mucho menos.

Soy el labrador de mi fracaso. Y a pesar de que algunos amigos me valoran en la medida que yo quisiera, sospecho que también en ellos existe y no les culpo, ese sentimiento que cada día me hace un poco más triste.

Basta. Por ahora basta, basta. Se ve que tengo hoy la noche torcida.

lunes, 20 de abril de 2009

0 Música curativa 1

Como alguien se ha percatado ya he colocado ahí, al margen derecho, un pequeño reproductor con algunas piezas musicales que considero la mar de curativas para este mentidero de incurables. Son siete, por ahora. Y como hay quien me ha pedido que dé alguna razón, si es que este manicomio admite eso, del florilegio, aprovecho para poco a poco y según me dé poner algunas notas y aclarar algunos conceptos. Comienzo con la primera, el Agnus Dei de Samuel Barber, y lo hago con un articulito que publiqué en Territorio Macondo hace un año, más o menos.
Allá va:
Los americanos del norte, o estadounidenses, para no implicar a canadienses y mexicanos, tienen listas para todo. Una de esas listas contiene los que, para ellos, son los temas musicales más tristes y al tiempo bellos jamás escritos. Entre ellos, el Adagietto de la 5ª de Mahler o el archifamoso Adagio de Albinoni. Sin embargo, a la cabeza, y con diferencia se encuentra una pieza que en realidad son tres: el Adagio para cuerdas de Samuel Barber. No está mal recordar algunos datos.
Samuel, como le pasa a la mayoría de los artistas de antes de la Segunda Guerra Mundial, era un niño bien. Hijo de gente con pasta, para que ustedes me entiendan. Papá se dedicaba a prósperos negocios y mamá tocaba el piano. Como al niño le había salido una vena artística muy gorda, de esas que le impiden a uno pegar patadas a un balón, y era muy, pero que muy fino, ya a los ocho años solicitó vía escrita a su mamá que su educación fuese musical. Imagino la alegría de la dama al recibir la nota de su vástago, lacayo mensajero por medio. Decidida la suerte del muchacho, éste comenzó a prosperar enseguida y antes de los 16 (nació en 1910) ya había estrenado –supongo que en el Salón de Actos de su casa– varias piezas para piano y una sonata para viola. Su segunda pieza para piano se titula “A mi Stenway (nº 220601)”, así que a buen entendedor pocas palabras bastan.
A los 26 años recibe el Premio de Roma. Una estupenda beca de seis meses en la Ciudad Eterna, con obligación, al finalizar la misma, de entregar una pieza escrita durante la estancia. Se trató de su Cuarteto para cuerda nº 1, Opus 11. Escrito en tres movimientos, el primero y tercero son inaguantables, por mucho erudito que diga lo contrario, pero el segundo, llamado Allegro cuasi andante, es sencillamente maravilloso. Tal vez por estar enmarcado entre dos engendros pasó desapercibido, pero gracias a que algunos amigos insistieron (¡Larga vida a esos eternos y anónimos amigos!), Samuelito escribió una adaptación del temita de marras para orquesta de cuerda y se lo envió por correo a Toscanini, que era y sigue siendo uno de los mejores directores de orquesta de todos los tiempos. Toscanini devolvió al poco el manuscrito al compositor, sin añadir un solo comentario, lo que Samuel –y cualquiera en su caso– interpretó como que no, chico, que no. Imaginaos la pataleta del ego del chaval. Juró no volver a tratar con aquel estúpido.
Pero estamos equivocados. Toscanini sencillamente se quedó patidifuso, emocionado al ver aquellas líneas de notas sencillas, hermosamente armonizadas, tristísimas y al tiempo grandes, muy grandes: de esas que pellizcan al alma y te dejan para el arrastre. Ocho minutos para morirse. Y tanto le llegó que se lo aprendió de memoria: por eso no añadió nota alguna al devolver el envío. Es más, se lo comentó a sus amigos y propuso estrenar la obra cuanto antes y en las mejores condiciones posibles. Al frente de la Orquesta Sinfónica de la NBC, el 5 de noviembre de 1938, en Nueva York, Arturo Toscanini inauguraba para el mundo el Adagio para cuerdas de Samuel Barber.
Una larga, larguísima línea melódica, coral, se va deslizando con intensidad creciente desde los primeros violines hasta las violas, que se recrean hasta completar una ascensión milagrosa, que se intensifica gracias al silencio de los bajos. Ah, pero entonces entran los violonchelos, repitiendo de nuevo esa extraña melodía, variando con ella, dando entrada a los contrabajos, y subiendo, subiendo, poco a poco, como si la orquesta fuera una coral, hasta que todo, lentamente pero con una tensión continua, llega a un fortissimo-forte, un clímax seguido de un repentino silencio. ¿Cómo seguir después, si el corazón casi se nos ha llenado de pura lágrima? Con los bajos. A la manera de Mozart. En una serie de pequeños acordes, también tensos, pero muy sanadores, que vuelven a dar paso a la melodía principal. La pieza termina casi como comienza, con los violines volviendo lentamente a las primeras cinco notas de la melodía esta vez en agudo, dejando que la última nota, tras un breve pero hermosísimo silencio, se desvanezca casi, más que en la partitura, en el alma del oyente.
A Samuel Barber no le pudo pasar nada mejor, ni peor. Hasta que murió, allá por 1980, fue reconocido mundialmente como el autor de esta pieza. Y aunque el hombre nunca rechazó ese éxito, bien es cierto que por su causa cayó en continuas depresiones, que le llevaron a convertirse en un celoso censor de sus propias obras, destruyendo muchas de ellas, como esa sonata para viola de su juventud e incluso olvidando algunas realmente interesantes como su segunda sinfonía, que fue reconstruida después de su muerte gracias a una grabación radiofónica. Su catálogo no es –por deducción– muy extenso. Y la mayoría de sus obras no son de duración muy elevada. Tal vez debido a la exigencia que mostraba para sí mismo. Pero, como decía antes, tampoco renegó de su Adagio, que en todas partes se interpretaba y no hay película que, cuando necesita de un momento de intensidad dramática, no la ponga en su banda sonora.
En 1967 volvió a versionar la pieza, convirtiéndola en un motete coral para 8 voces mixtas, que tituló Agnus Dei, y que es, como sus dos hermanas anteriores, sencillamente bellísima. Y donde antes dije violines, violas, violonchelos y contrabajos, sustitúyase respectivamente sopranos, contraltos, tenores y bajos, y por supuesto mucho amor. Como pequeño homenaje a Samuel recomiendo escuchar las tres seguidas, por orden de antigüedad: les aseguro que es una experiencia gratificante. Y si pueden, escuchen algo del resto de su obra como, por ejemplo, su obra íntegra para piano solista.
No teman, cabe en un CD.

domingo, 19 de abril de 2009

2 La carrera a la presidencia.

Mi hermano Paco se ha vuelto loco definitivamente: es decir que ha decidido casarse. Entre los veinte y los veinticinco años, margen de edad en que, como no se piensa, no se puede enfermar de nada relativo a la mente, me parece normal que uno se vaya a subir el Everest a pulso, dedicarse a la apicultura en el desierto del Gobi o leerse las obras completas de Marañón. O casarse. Sin embargo, pasados esos momentos de interesante transición, enamoramiento incluído, la cosa se racionaliza, uno se hace más pedestre, echa de menos a Paul Newman, a Gina Lollobrigida,o a ambos, canta boleros al atardecer, mejora en el mus, llora con la más nimia musiquilla y se afilia al Valdemorillo Futbol Club. Es más, hasta se aprende su himno con la sana intención de cantarlo en semanas alternas, es decir unas veces mal y las otras borracho.

Yo también lo hice, es decir que contraje matrimonio hace años y para mi mayor oprobio por la Sagrada Madre Iglesia. Luego tardé mucho en reparar el desafuero, aunque sea otra historia. Tenía 32 años y me acababan de hacer fijo en una empresa dedicada al mar, los yates y el atún en lata. Pero mi hermano no, mi hermano acaba de cumplir los 37. Si al menos fuese como Antonio Machado, que hizo lo mismo con la Leonor, que tenía 14, lo entendería. Pero no, lo hace con Claudette, que es una chica estupenda y brasileña, lo que compensa bastante. Y se quieren y eso. Vamos, que no hacía falta más demostraciones. Digo yo.

Bueno. Que haga lo que le dé la gana, que para eso ya es mayorcito pero desde ahora que arredre con el santo y sus costumbres: te va a salir un barrigón de aquí a dos años peor que el mío, que ya es decir y otras cosas que la inteligencia da pero el cerebro omite. Y es cierto que si lo que querías era tener más tiempo para leer, iniciar la carrera a la presidencia o tener argumentos para viajar más a menudo, has tomado la decisión correcta.

Bromas aparte, querido Paco, que haces bien, que es tu vida y que defenderé tu voluntad porque la libertad de estar preso en alguien, como decía el poeta, es la más valiente de las decisiones.
Te quiere siempre
el zumbao
de tu hermano mayor.

martes, 14 de abril de 2009

1 Tratado de urcelología 8

La procesión de Judas se lleva por dentro.

No olvides en tus frases poner una pizca de buen humor.

- ¿Poe? Sí. Ah! ¿Eres tú?

Hoy poesía. Mañana lunes.

Hacía poesía angélica, pero se cagaba en tu puta madre.

Detras de las procesiones van siempre las procesionarias.

Era tan serio que cuando escribía un adagio se le moría Albinoni.

¿Cristo de la Buena Muerte?

Tiembla si tu gobierno hace reformas en Semana Santa.

Detras de las victorias siempre vienen los impuestos.

Todos nacemos en domingo.

La quiero tanto que olvido decírselo todos los días.

lunes, 13 de abril de 2009

2 Curso aceletrado de urcelogística 1

Aprovechando la SSA ( Semana Santa Ayamontina) he perpetrado algunos poemas tras los cuales sospecho habré perdido definitivamente cualquier entrada a cualquier paraíso, celestial, terrestre o de Lezama Lima. Allá van.

I. Reconstrucción paso a paso de la arquitectura celebrada de Nuestro Señor Jesucristo en los aledaños de la Avenida de los Andaluces, Ayamonte, con ligeras incrustaciones del Palacio de La Moncloa y presidenta de la comunidad -no digo cuál- atiborrándose de canapés de panceta. Panorámica

Vamos a ver lo dicho que una cuarta
a la derecha ahora arriba arriba
clavaremos al rey de copas viene
o no viene ese pincho calle abajo
cerviz a punto el ástil el madero
guardar la formación que se nos cae
me cago en mis cojones niño viene
en España embrutece todo presi
dente se agolpan entre los magnolios
ferreos golpistas llega un cineasta
el rector pide más vino del bueno
Dios santo déselo que venga Herodes
a mi la guardia mora joder Paco
coge tú al niño aquel de las cadenas
es mi padre lo sé por los juanetes
no creo en tanto cambio considera
necesario el relevo no te aflijas
oh presidente oh mi presidente
que haré sin vos ahora con más fuerza
levantad levantad ya vuela el Cristo
sobre la multitud niño otra caña
y un pincho unas coquinas esa voz
silencio sostened sobre los cirios
dame un poquito cera es necesaria
una nueva reunión con la saeta
a bocajarro está la patronal
del aire presidenta ya no quedan
mas que tres canapés de algo muy blando


II. Simulación áurea y existencial del yo dolorido en el Cabo de San Vicente viendo el ocaso, viento de cara, frío de cojones, con leves incursiones de un CD de música variada, voces y lavadora centrifugando. Postal


Podemos suponer que Sven y su apellido
impronunciable no anduvieran haciendo tonterías
el sol al fondo el mar la curva el cielo
conque alegrémonos todos los jóvenes se acercan
al acantilado buscan un buen lugar entre las voces
el poeta en cuclillas arrastrándose
todas las plantas pinchan asegura
podemos suponer que Sven y su apellido
impronunciable fuese invitado a la pasión
al deseo la luz Juan del Enzina soy contento
Johan Sebastian Bach bien temperada la tos
el sol el frío en el coche hay una manta
Michael Haydn a ver quién
va a por ella podemos suponer que Sven
y su apellido impronunciable tropezasen con tanta
piedra suelta Alexander Scriabin praeludium
y nocturno opus nueve para la mano izquierda

en un saliente el poeta comienza a oscurecer
se concentra la gente mucho guiri perdón
todos guiris dos guardias portugueses
nos miran desde el faro
Fernando ven aquí hazle caso a tu madre
este sitio es peligroso el sol se pone ya
rosa acabándose podemos suponer
que Sven y su apellido impronunciable estuvieran
con sus colegas rumbla rumbla rumbla
Scott Joplin Fit leaf rag déjame tío
agárrame en aproximadamente quince
ideas dos buenas hostias es la última vez
que venimos aquí que sí tío es horrible
el sol indiferente el mar nocturno
las sombras y los hombres los coches que se alejan
sólo el faro y América a lo lejos se aproxima
a razón de un milímetro por año o parecido
Arvo Part Spiegel und spiegel podemos
suponer que Sven y su apellido impronunciable
rumbla rumbla hacia abajo sus padres
quieren con esta placa recordar
a su hijo querido y recordar al caminante
los efectos nocivos de la falta de control
la vida disipada no hacer caso ni atender
a las normas de buen comportamiento
Vangelis Papanathasius the long march
y te recuerdo te imagino pienso
en ti Sven tan alto joven rubio
mirando al horizonte el sol el mar
tu eternidad efímera

III. El poeta recuerda tras un seto de su terraza las Leyes de Newton.
Foto corrida

Los hombres
de mi urbanización
son fuertes
hablan poco
ríen
a carcajadas
los imagino griegos
y valientes
no escriben
follan poco
tal vez menos
que yo
juegan al pádel
y ganan
torneos
necesito
cambiar de dentrífico
creer en héroes
o en marcas
vestir de neopreno
ser manzana
urge

viernes, 3 de abril de 2009

4 Pornomanía del yo 2

Mi primer cigarrillo fue un Celtas Corto sin filtro, paquete azul. Me enseñó a fumar un amigo invernal en un barrio a las afueras de Ávila, justo ante el muro, lo supe después, donde 40 años antes muchos exhalarón su última bocanada de asco, tiros y humo.
Después llegó el Bisonte y a ratos el Tres Carabelas, esmerada seleccion de los mejores tabacos tipo americanos y orientales cuyas hebras eran a veces puras estacas de artesanía dudosa.
Un periodo posterior de decadencia me llevó al Fortuna, al Lola, al Kaiser, al Piper y al Kent, producto de cierta falta de recursos económicos que me obligaban a ligeras incursiones guerrilleras en los bolsillos de mi padre, mi madre, el tío Félix, la tía Mercedes y un compañero de BUP.
Acabada la primetra crisis volví al Bisonte.
Después todo sin filtro.
 

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