Llamó el amo al esclavo y le dijo que preparase su cuerpo aquella noche, pues al amanecer del día siguiente pensaba azotarlo con crueldad.
- ¿En qué os he fallado, amo? -preguntó
El amo le dijo que al volver de la ciudad había encontrado las aljibas vacías, la fruta sin recoger, sucio el suelo, rotas algunas piezas de la vajilla.
- No fui yo sólo, señor –dijo el esclavo.
Y enumeró una suerte de servidores que, como él, habían dedicado en ausencia del amo el tiempo a la holganza.
- Pues praparaos entonces –dijo el amo- ya que mañana os azotaré a todos a placer.
Aquella noche el esclavo durmió feliz.
urceloy / enero de 2009
viernes, 30 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Anda mira, voy a ser yo quien estrene este blog.
ResponderEliminarEste cuento es eso de "mal de muchos, epidemia". (¿O no era así?). ^^
A mis enlaces vas, que lo sepas.
Albricias Alvar Fañez, la tierra se llenará con tus hijos y les haremos caricias. Con piazere, senza prudenzia, gratie mille tante al Urceloco. Nos sigan las estrellas y se apaguen compadecidas.
ResponderEliminarCon amigo y abrazo.
El lobo de la Sputnik-2 que acompañaba a la perrita Laika.
Ha sido un placer recorrerte
ResponderEliminar