viernes, 25 de junio de 2010

0 Algunos poemas casi tristes 22

Hecho el de dos y el de tres, viene el de cuatro.


Demonización del arte
(soneto en tetrasílabos)


Para Pipe.


De estos versos
que hoy conjuro
desfiguro
sus anversos:

son dispersos,
y es seguro
que en lo oscuro
más perversos.

Su cadencia
no presencia
la distancia.

Y en esencia
sólo es ciencia
su fragancia.


urceloy / junio de 2010

miércoles, 16 de junio de 2010

1 Algunos poemas casi tristes 21

Revisado y con correcciones y adendas creo que lo voy a dejar así. Salud y buenas vibraciones.



Redención por la música o esto tampoco es poesía


“No nos engañemos: Bach no escribió sus obras para pasar a la posteridad, sino para dar de comer a su familia.” Peré Bardagí


con la conciencia incómoda las dudas
poco estimables del conocimiento
aprendido tus pasos la ceguera
de tanto Pink concesión Floyd al trance

curricular y adulto Bach te espero
y te comento Wagner te desnudo
Albinoni te miento Kavalevsky
te adoro Mahler te arremeto Schoemberg

rompo Tchaikovsky finjo Bruckner piso
Scriabin voy Varese y doy Vivaldi
a todo el que patán se desconcierta
a quien renuncia a quien me mortifica

a quien desnuda el aria y se hace suite
a quien nos lleva al tango del proscenio
a todos los que Gerswhin se acojonan
ante la duda Holst que ha de ofenderte

Offenbach Shostakovich Ravel Falla
Alan Parsons The Beatles Jethro Tull
Mertens McKennitt Haydn Part Yes Copland
Perotín Arcadelt y el tiempo huído

y ahora ponme a satie siempre en minúscula



urceloy /junio de 2010

sábado, 5 de junio de 2010

2 Algunos poemas casi tristes 20

Había que intentarlo alguna vez. Poetas como Herrera, Hierro o Palacios, lo habían hecho ya. Parece fácil, pero no. Sobre todo si aplicas sus dosis de rigor académico y una pizca de humor. Y a ver si en días sucesivos me hago todos los metros clásicos.

Otro don de la ebriedad
(soneto con monosílabos)


Para O Lobo


Pon
sin
fin
ron.

Con
ruin
gin
non.

Ten
buen
mal:

¡Ven
al
grial!


urceloy / junio de 2010

martes, 25 de mayo de 2010

3 Algunos poemas casi tristes 19

Creo que este poema ya venía siendo necesario.


La creación del mundo
(Elegía)


cuando comenzó el aire
ya sabía contar embutir el pescado cuartear el vino
ya sabía los nombres de las cosas redes sábanas espejos
y en el nombre de Dios rezaba
apoyado en la amura de rodillas
por sus padres su novia
y un amigo de Rosas que le vino a explicar
el azar de las rayas de la mano

cuando comenzó el agua
supo de la existencia de las nubes
que cortan en rodajas los ojos del jaguar
supo de la nostalgia del insulto
cuando se ha de olvidar un cuerpo y otro
que ha de venir entre las líneas corvas
de la mano extendida

cuando surgió la tierra
desconectó su móvil dejó abiertas
la ventana que daba al jardincillo
la caja de cartón con la ropa ya usada
y sin pudor vistió su carne tibia
con el cíngulo amado y los caminos
de su mano y su astucia

cuando comenzó el fuego
libre desde la voz la patria el cristianismo
libre por la ventaja de olvidar
por su matriz inmaculada
desde la profesión del infinito
escuchó a Dios rugir entre sus manos

todo esto lo sabía
desde antes de su muerte
Julio César Navarro poeta Guadalajara
ascendió solo a los cielos pero antes
de desaparecer sopló un poco de polvo
que había entre sus manos
y creó el mundo



urceloy / mayo de 2010

lunes, 17 de mayo de 2010

4 Cuentos y baladas del viejo espacio 1

El otro día, revisando algunos cartapacios de la era de Cleón VII, el tirano más conocido de la galaxia M38p45, cuya capital curiosamente siempre estuvo en el minúsculo planeta Dorxis, encontré la siguiente historia. Y aunque me temo que pueda ser un plagio de otras miles –lo que me asegura que la literatura es pura repetición, aunque repetición entretenida- quiero aquí rescatarla:


El relato del robot grasiento

Una nave comercial de la Confederación de Antarés, que hacía la ruta Antarés – Gildeon IV, tuvo que detenerse en la estación de tránsito Apogea por un pequeño problema de sobrealimentación. Los circuitos vectoriales de magaespacio estaban al rojo vivo: nada que no pudiera arreglarse con unas horas de descanso con los motores a cero. Una vez que estacionaron la nave, sus dos tripulantes, el piloto y el maquinista, bajaron a la cantina de la estación a pasar el tiempo. Apogea es una estación de tipo 5, ni buena ni mala, sus carburantes geosólidos no son gran cosa y el servicio que dan sus androides raya con lo habitual.

Cuando llevaban unas horas descansando y se acercaba el momento de retomar la marcha, uno de los robots de protocolo, que hasta entonces había estado en silencio sobre un pequeño charco de grasa, se les acercó y les dijo:

- Mi nombre es Fix, soy un robot de protocolo de novena generación pluviana. Pertenezco a la nave Doffler, de Asínor, en la confluencia externa de Gildeon. El comandante de mi nave tuvo que dejarme aquí por problemas arancelarios con el anterior gestor de la estación. Prometió volver a buscarme cuando la dirección cambiase. De eso hace ya nueve años y no ha vuelto. Sé que mis funciones están obsoletas y que necesito una buena revisión, pero me gustaría regresar junto a los míos. Mi carga de litio enriquecido se está acabando y no sé si veré otra generación. Según les he oído hablar sé que pasan cerca de mi planeta. No les pido que me acerquen a la superficie, sin embargo, ¿podrían dejarme en su exterior? Desde allí puedo enviar un mensaje para que alguien me recoja.

El maquinista, que era hombre de gran corazón, sin pensárselo dos veces contestó que no habría ningún problema. Efectivamente, dijo, su ruta pasaba cerca y además el proceso de proximidad, frenado y retropropulsión, del que hacía meses no hacia un test exhaustivo, le serviría a las mil maravillas a la hora de, en un futuro, pasar las pruebas de puesta a punto de la nave. Sin embargo, el piloto era de otra opinión.

- No te das cuenta – le dijo al maquinista- que estos robots siempre van perdiendo grasa. Aún peor, con que sólo rozasen una de las paredes de nuestra nave, las emisiones ultravioleta de sus cerebros microgénicos podrían alterar nuestro mecanismo de proyección bilateral. Es más, nuestras relaciones comerciales con Asínor están en su peor momento. Desde que sufrieron aquel macromaremoto de fuerza seis su economía ha caído en picado y no tienen un mal tornillo con que pagar siquiera un envío de piroxita. No hacemos ningún negocio con ello. Incluso si se enteran en la Confederación seremos el hazmerreír de toda la galaxia.

El maquinista le dijo que tenía razón, pero que en el fondo no les costaba nada acercar al olvidado robot a su casa.

- Además –dijo el maquinista- si le encerramos en el hangar de la basura a gravedad cero y luego lo soltamos con una eyección simple no tiene porqué tocar ninguna pared, y la grasa que suelte permanecerá siempre a su lado.

A regañadientes el piloto aceptó. Una vez llegados a las cercanías de Asínor, el maquinista comprobó los diversos mecanismos con un resultado más que satisfactorio, abrió el hangar de la basura y eyectó con toda limpieza al viejo robot al espacio. Durante unos segundos escucharon en la radio de corto alcance una pequeña sinfonía de ruidos y ondas bien temperadas con que el robot les mostró su agradecimiento. Después se hizo el silencio y siguieron su viaje hasta Gildeon IV, donde arribaron varios días después, sin ningún percance que reseñar en el cuaderno de bitácora.

Sin embargo el piloto no había dejado en ningún momento del viaje de amonestar al maquinista por su actitud. Y nada más tomar tierra en el espaciopuerto, sin esperar siquiera a la firma de entrega de material, salió corriendo hacia el salón de convenciones, donde sabía que su jefe comercial los esperaba, para contarle con todo lujo de detalles la historia del robot y el maquinista.

El jefe comercial, que era persona de pocas palabras y de una experiencia famosa en varios miles de parsecs a la redonda esperó pacientemente a la llegada del maquinista.

- A partir de hoy –les dijo- trabajaréis por separado. El maquinista podrá elegir siempre el vuelo y la nave que desee, y tú, piloto, sólo los viajes que yo te asignaré.

- ¿Porqué? – dijo el piloto, sabiendo que aquella decisión ponía un borrón en su hoja de servicios.

- Porque el maquinista, aunque en principio no sacó para nosotros beneficio alguno, cumplió su palabra y dejó al robot en Asínor. Tú, sin embargo, aún lo llevas encima, con toda su grasa cayendo sobre ti.


Urceloy / mayo de 2010

viernes, 7 de mayo de 2010

6 Pornomanía del yo 10

Pues sí señoras y señores. Hoy cumplo 46 del ala del sombrero, y ayer un grupo de poetas de mi clase de los jueves y algún infiltrado de los martes, con esa alegría de los buenos amigos, esperaron hasta que dieran las 12 para atracarme el alma a besos y regalos. Entre ellos un sombrero que es toda una hipérbole y que anuncia a tres mil millas de distancia que ya ha llegado el Carnaval. También una almohadilla preciosa, un Panamá que habrá que ir a descambiarlo -quien se chivó de mi cabezón se pasó en el cabotaje, que tengo mucha mocha, pero no tanta- y una pluma de esas que sólo saben hacer los franceses y que me obligará a escribir algún que otro soneto lobuno y modernista.

Y hablando de sonetos, así, por lo pronto, aquellos noctámbulos se entregaron a componerme entre todos un soneto express que coloco aquí mesmo, y agradezco y no dejo de maravillarme. Gracias a todos, a todos, a todos, a todos.


Todo 7 de mayo, dice el cuento
que entre haikus y tankas, bien pausado
el verso y su cadencia, deja helado
este Urceloy al Sol, incluso al viento.

Decidle que nos rime con pimiento
y que se suba presto a ese tejado,
y que el violín le suene derrocado
con el sombrero azul del barlovento.

Dadle una estilográfica romántica
siempre con alegría, y que el bigote
rompa con su nostalgia nigromántica.

Que la luz cambie, sufra y no se note
la costumbre feliz de la semántica
y el sortilegio cruel del estrambote.

lunes, 3 de mayo de 2010

2 Antología personal 7

Probablemente el genial poeta Basho, al que se le atribuye la creación del Haiku, tenga la mejor definición de ésta siempre enigmática y bellísima modalidad estrófica: "lo que ocurre aquí ahora". Un tiempo después -el tiempo realmente no existe y nos dejamos engañar por los relojes-, Blyth dice también: "El Haiku es una nada inolvidablemente significativa". Por razones que sería muy largo contar aquí yo creo que Haikus, lo que se dice Haikus, sólo los pueden hacer los japoneses. Y cualquier cosa que hagamos los occidentales con nuestros sencillísimos idiomas no llega a la altura de una coma del más simplón de los Haikus nipones. A lo sumo lo que nosotros hacemos son simples soleás sin rima, aunque nos midan 17 sílabas. Hacemos trampa.

Uno de los más hermosos Haikus que conozco lo compuso el monje budista Taneda Santoka (1882-1940) y fue escrito en una de las variantes estróficas más difíciles, pues reduce de 17 a 13 los golpes de voz, sin quitar ni un ápice el resto de obligaciones formales y de pensamiento que requiere un buen Haiku. Lo pongo con su transcripción sonora, por si queréis disfrutar un poco más de esta insignificante eternidad. (Recordad que el español y el japones se pronuncian de manera muy parecida, y que seguimos métricas similares.)



Taneda Santoka

Akikaze aruite mo aruite mo
(A-ki-ka-zea-ru-i-te moa-ru-i-te mo)

Viento de otoño.
Da igual cuánto camine.

lunes, 26 de abril de 2010

1 Algunos poemas casi tristes 18

La biblioteca amada


para Marisol

A veces, al buscarte entre los libros
que pueblan esta casa, no te encuentro:
miro entre los estantes una vez
y otra más. Un millón. Hasta me aburro

de mi torpe memoria. Desde el lado
misterioso y sensual de aquel espejo
que hay junto a la entrada, veo a un tipo
igual que yo, que se sonríe. Él guarda

el secreto rincón donde te esconde
de mi búsqueda loca y sin objeto.
Sin embargo sucede que unos días
después llegas a casa, y cuando busco

ya estás aquí. Rebosa cada cuarto
con tu sonrisa abierta, y el sujeto
ese que vive al otro lado pone
cara de circuntancias si le miro.

(Pero es buena persona, me recuerda
alguien que ya conozco vagamente.
Tendré que investigarlo). Tú me llamas
desde un estante, y en silencio indago

el lugar de tu voz. Te veo. Caminan
mis manos por tu piel, abro tus páginas
y me sumerjo en ti. Y cada lunes
finjo que te has marchado y no te encuentro.

urceloy / 2010

miércoles, 21 de abril de 2010

0 Antología personal 6

Me comunican hoy que este viernes noche, Día del libro, se va a conmemorar la figura y la obra de Góngora en el Ateneo de Madrid. Igual me paso, porque a mi Don Luis, que de joven me caía como un plomo ahora resulta que me parece de lo más simpático. Es como el latín, que cuando te obligan a estudiarlo lo aborreces y cuando ya nadie te va a examinar de Salustio, te encanta. Al menos a mi y a unos cuantos que conozco les pasa parecido. Don Luis de Góngora y Argote es un poeta grande y genial y tiene un humor muy fino, hoy diríamos que muy inglés, por eso cuando se le compara con Quevedo hace reír menos: porque Don Francisco es más de pedrada en la boca, es más a la española. Como soy uno de esos pocos poetas que reivindican el humor, el buen humor, en la poesía y lo digo en voz alta, quiero traer a estas páginas uno de esos magníficos sonetos del poeta cordobés, que mezcla risa, sonrisa, buen hacer, su poco de humildad y su mucho de hondura y que nos hace sentir que tras el chiste también va la inteligencia. Es un magnífico poema para estos días de crisis.

Ah, y tengan cuidado al leerle, que algunos acentos van cambiados.


Luis de Góngora y Argote
En la partida del Conde de Lemos y del Duque de Feria a Nápoles y Francia

El conde, mi señor, se fue a Napoles;
el duque, mi señor, se fue a Francía;
príncipes, buen viaje, que este día
pesadumbre daré a unos caracoles.

Como sobran tan doctos españoles
a ninguno ofrecí la Musa mía;
a un pobre albergue, sí, de Andalucía
que ha resistido a grandes, digo Soles.

Con pocos libros libres (libres digo
de expurgaciones) paso y me paseo,
ya que el tiempo me pasa como higo.

No espero en mi verdad lo que no creo;
espero en mi conciencia lo que digo,
mi salvación, que es lo que más deseo.

domingo, 18 de abril de 2010

3 Algunos poemas casi tristes 17

Este poema apareció publicado hace poco en la página web Los proscritos. Ha sufrido desde entonces algunas correcciones: el títúlo, algún topónimo, un cambio en las preposiciones y finalmente una sutil disposición versal. Los poetas, que somos así de puntillosos. Como es un poema casi triste, aquí esta su sitio.


Locus amoenus

Villa de San Segundo, Salvatierra,
León, Santurce, Santander, Logroño,
Fresno de Formigal, Vendrell, Gijón,
Criptana, Tomelloso, Azir, Sevilla,

Cadalso de los Vidrios, Eugui, Soto
de Sajambre, Las Hurdes, Fuentebuena,
Béjar, Ávila, Burgos, Amavida,
Hervás, La Luz, Motril, Carrión, Mortoares,

Santibañez de Tormes, Robrigordo,
Puerto de Santa Cruz, Yepes, Castuera,
Zaragoza, Real de San Andrés,
Calatorao, Calatayud, Arnedo,

Faro, Ayamonte, Onís, Vega del Segre,
Machocano, Getafe, Salvadiós,
y más al norte Noientendelsau,
München, Ansbach, Ginebra, Passau, Freissing,

Markóbendorff, Dachau, Inssbruk, y muchas
donde lloré, reí, canté, hice el tonto,
amé… Pero de todas hoy me quedo
(qué inútil la nobleza de los sitios)

con la esquina de Algodre con Alfaro,
Carabanchel, Madrid, 12 de Julio
y la pedrada que me dio Manolo
en milnovecientossetentaydós.


urceloy, 2010

domingo, 11 de abril de 2010

0 Algunos poemas casi tristes 16

El siguiente poema apareció publicado en mi libro "El libro de los Salmos" allá por 1997. Por entonces, influido por e. e. cummings y otros autores, no le puse puntuación. La variante con el que ahora transcribo es que le he puesto las comas, los puntos, etc.


Salmo 18 (Los libros)


Se sabe de los libros,
cuando la tarde es breve y la luz pasa
vertical, que se leen con dulzura
como si de un tratado,
una alianza de paz, un beso inoportuno
fueran: mano y libro un hombre
y otro hombre que nos mira, al que miramos.

Se dice que responden
a una llamada ingenua o imperiosa,
que gustan con el trato, pero
no agitan las palabras, ni se ponen
a brincar al sonido de las llaves
en la puerta: que de vez en vez
abandonan la casa para nunca
más, en los brazos de otros hombres,
que no alborotan, que no son, que nunca sufren.

Hay manos en las noches,
como cortinas y encajes de un sexo
distraído, que buscan en sus páginas
restos de algún adiós: se sabe
de los libros que se dejan
besar, tocar, amar como los cuerpos,
que son cuerpos -me dicen- de otros hombres,
que definen su sexo según sea
el lector y la historia y su contorno.

Me digo que no sé qué son los libros:
hablo para mi muerte y mis amigos
muertos: pido al viejo
hacedor de las cosas
el milagro de vernos reunidos
otra vez: en un carro,
en una cripta, en un baúl, en una hoguera.

Que una mano inexperta o imperiosa
nos pida la palabra, y así hagamos
un nuevo contertulio: nos describa
su rostro y le miremos y nos lea.



Jesús Urceloy

sábado, 10 de abril de 2010

2 Antología personal 5

Se atreve Salinas. a raíz de su edición de la poesía de San Juan de la Cruz, (véase al respecto la magnífica edición que ha sacado recientemente Cátedra en tres nutridos tomos de la completa de don Pedro) a decir que no hubo ni habrá poeta en español -y en el saco se incluye con finísima ironía y humildad- que haya cantado al amor como nuestro místico por excelencia. Es más, llega a decir que hubiera dado toda su obra a cambio no de haber escrito el maravilloso poema que hoy recojo en esta pobre antología, La noche obscura, sino sólo la quinta lira, en cuyo trazado y contenido, halla el momento de mayor intensidad amorosa de nuestra literatura. No voy a discutirle yo, a estas alturas, a don Pedro tales afirmaciones, que ya le valieron el sabroso comentario del de Iria-Flavia cuando sospechaba producto de "ciertos arrebatos americanos, algo de imprudencia y mucho insomnio", pero tampoco quitarle un ápice de su dolorido sentir, en el que desde hace ya un tiempo, también quiero incluírme. A mi esta Noche obscura del alma me parece tan hermosa, tan intensa y tan única como a Salinas, y no sé que hubiera dado no por escribirla, sino por haberla soñado.

Juan de la Cruz
La noche oscura

Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.

En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

miércoles, 7 de abril de 2010

1 Antología personal 4

En la sana razón de esta antología y haciendo revisión de papeles he encontrado este poema de Vicent Terrida, que fue alumno mío por los años en que fui profe en la universidad, e inseparable amigo entonces de Antonio Rómar, con quien no sólo compartía pupitre, sino juegas y buenas lecturas. Como el contacto nunca se rompió le he pedido permiso para publicarlo, y aunque me dice que está ahora mismo preparando su primer libro y hasta ahora no ha querido adelantar nada de él, le parece esta ocasión excelente, lo que honra mi pobre página. También me dice que publique esta versión, que está corregida sobre el original que tengo, y que me parece excelente. Gracias, Vicent, y a ver si un día de estos te atreves a dejar por unas horas esa Valencia que tanto amas y de la que nunca sales, y te vienes a Madrid, con ese corazón tan tuyo y lleno de abrazos.

Vicent Terrida

Arturo razona sobre un tema anónimo oriental


No confundas, jinete, el galopar del caballo

con los latidos de tu corazón”

Anónimo


Acusado por ciertos caballeros

de alguna negligencia, de asistir

poco a las justas, de no renovar

las leyes en la Tabla, repetirme

en los discursos, y lo que es peor,

con los mismos ejemplos, o contar

los mismos chistes en todas las fiestas,

de no promocionar en otros reinos

la cortesía de los esforzados

o la destreza de los más valientes,

según me dicen hacen los monarcas

de allende mis fronteras, que he llegado

al extremo impensable de pedir

perdón por cada vaso que se rompe,

según algunas damas llorar mucho

y asumir como propia mi vergüenza,

convicto y desarmado compadezco

ante este tribunal. Y por primera

vez en mi vida me declaro triste,

torpe, inservible, inútil e inocente.

En mi descargo añadiré ante aquellos

que me juzgan ahora, la alegría,

la humildad y la fama y el amor,

que Camelot honró bajo mi nombre.

Y que muy lejos

de aceptar veredictos me pronuncio

en rebeldía y ser

exactamente igual, hora tras hora,

a como he sido siempre. A fin de cuentas

estas voces deudoras con el tiempo

tienden a enmascararse en el olvido.

Aunque sus versos se confundan hoy

con los latidos de mi corazón.

martes, 30 de marzo de 2010

3 Antología personal 3

Ya que, por Semana Santa la Marisol y el menda tenemos la costumbre de largarnos bien a Asturias bien a Ayamonte -en este caso toca Isla Canela- y puede que hasta la vuelta no actualice esta hojita virtual, voy a poner uno de esos poemas que tienen que estar no sólo en cada casa, sino en cada cuerpo que bien se precie. Lo escribió un muchacho llamado Catulo hace la retorta de años y se lo dedicó a su moza, y seguro que lo que cuenta debe ser verdad de la buena. Como no me gustan las muchas traducciones que hay por ahí, me lo he traducido yo, un poco por libre, pero sin dañar la esencia del poema, pero eso sí, en contados y perfectos endecasílabos blancos. Se lo voy a dedicar -y espero no olvidar a nadie a: Claudio y Carmen, Antonia y Estrella, Elisa y Alfonso, Alicia y Sulle, Enrique y Juan, Ángela y O Lobo, Antonio y su señora, que nunca me acuerdo cómo se llama, perdón, y a Jelen, Ignacio, Javier, Miguel, Marga, Carmen, Deborah, Esther, Javier, José Miguel, Loren, María José, María, Mariana, Martín, Rodrigo, Ana, Marian, Oscar, Pablo, Alberto y Livia, Amara, Celia, Águeda, Cristina, Marisol, Pilar, La O, Concha, Elena, Eva, Jesús, José Luis, Marta y Rafael (y a sus cónyuges, compañeros, amigas, etc) y, por supuesto a Marisol. Si vales, bene est, ego valeo.

Catulo
Vivamus, mea Lesbia.

Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis.
Soles occidere et redire possunt:
nobis, cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.



Vivamos, amor mío. Aún más, amemos.
Que los viejos se callen, sus palabras
no valen ni un mal euro todas juntas.
El sol sale y se pone, que a nosotros
nos importe muy poco su luz breve
mientras la noche entera celebremos.
Ahora dame mil besos, cien más tarde,
luego otros mil, de nuevo un centenar,
mil otra vez, y luego otra centena.
Después, cuando sumemos muchos miles
y perdamos la cuenta alegremente,
que el envidioso nunca sepa cuántos
sumamos al total de nuestros besos.

(trad. de Jesús Urceloy)

lunes, 29 de marzo de 2010

2 Antología personal 2

De este hermoso romance se han querido ver muchas et variadas et feéricas cosas, y le ha cabido en el tiempo muchas interpretaciones, sobre todo a raíz de sus dos últimos versos, en los que cualquier poeta que se precie ha de verse reflejado. Es uno de los textos más antiguos de nuestra literatura, y a pesar de eso se trata de un poema bellísimo, Yo creo que a su anónimo autor no le importará que se lo dedique a todos mis alumnos de ayer y de hoy y de siempre.



Anónimo

Romance del Conde Arnaldos



¡Quién oviera tal ventura
sobre las aguas del mar
como la hubo el conde Arnaldos
la mañana de San Juan!

Con un falcón en la mano
la caza iba a cazar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar.

Las velas traía de seda,
la jarcia en un cendal,
marinero que la manda
viene diciendo un cantar

que la mar facía en calma,
los vientos hace amainar,
los peces que andan nel hondo,
nel mastel los faz posar.

Allí fabló el conde Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
Por Dios os ruego, marinero,
dígasme ora este cantar.

Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va.

sábado, 27 de marzo de 2010

1 Antología personal 1

SE me queja el personal de no actualizar mi paginilla y de andarme haciendo el vago más de lo prudente, y aunque en verdad tiene razón esta camarilla de deslenguados, también será cierto que cada cual hace de lo suyo su propia componenda, por no citar refranes ni dichos de otra holgura. Y que cada cual se come el cocido sin otro mandamiento que su hambre y su pericia, y así algunos se toman la sopa con patata, con garbanzo isleño, o se aplica a la guindilla sin otro miramiento y cuidado con que el vecino de mesa le diga o le critique. Pero como no es materia ir salpicando al meter la cuchara ni de no convidar a vino cuando se tiene, me he decidido a partir del día de hoy a hacerme una antología de los poemas que más me gusta soñar, así sean de autores de cualquiere tiempo y procedencia, así como publicar, siempre con su permiso, los mejores poemas que, a mi criterio y semana a semana, mis excelentes alumnos vayan sacando de su ceca. Y si se me preguntase que a qué este prologuillo entre cervantino y algo loco, quédese con los versos que aquí abajo rescato del ilustre de Alcalá y luego me digan de mi poca o mucha acertada selección. Y así, mientras va pasando la mañana, vaya tomando cuerpo el caldo, el compango, la carne y la olla, y que bien les aproveche.

Miguel de Cervantes
Viaje al Parnaso, Cap IV vs. 1-45


Suele la indignación componer versos,
pero si el indignado es algún tonto,
ellos tendrán su todo de perversos.
De mi yo no se mas, sino que pronto
me hallé para dezir en tercia rima,
lo que no dixo el desterrado a Ponto.
Y assi le dixe a Delio: «no se estima,
señor, del vulgo vano el que te sigue
y al árbol sacro del laurel se arrima.
»La embidia y la ignorancia le persigue,
y assi, embidiado siempre y perseguido,
el bien que espera por jamas consigue.
»Yo corté con mi ingenio aquel vestido,
con que al mundo la hermosa Galatea
salio para librarse del olvido.
»Soy por quien La Confusa, nada fea,
pareció en los teatros admirable,
si esto a su fama es justo se le crea.
»Yo, con estilo en parte razonable,
he compuesto comedias que, en su tiempo,
Tuvieron de lo grave y de lo afable.
»Yo he dado en Don Quixote passatiempo
al pecho melancólico y mohino,
en qualquiera sazón, en todo tiempo.
»Yo he abierto en mis Novelas un camino,
por do la lengua castellana puede
mostrar con propíedad un desatino.
»Yo soy aquel que en la invención excede
a muchos, y, al que falta en esta parte,
es fuerça que su fama falta quede.
»Desde mis tiernos años amé el arte
dulce de la agradable poesía,
y en ella procuré siempre agradarte.
»Nunca voló la pluma humílde mía
por la región satírica, baxeza
que a infames premios y desgracias guia.
»Yo el soneto compuse que assi empieça,
por honra principal de mis escritos:
Boto a Dios que me espanta esta grandeza.
»Yo he compuesto romanzes infinitos,
y el de los zelos es aquel que estimo,
entre otros, que los tengo por malditos.
»Por esto me congoxo, y me lastimo
de verme solo en pie, sin que se aplique
árbol que me conceda algún arrimo.

lunes, 22 de marzo de 2010

2 Algunos poemas casi tristes 15

Pequeña Berceuse para los que lloran



y al llegar a la casa abrir la puerta

subir los escalones mirar alto

descubrió que los ojos le sangraban

quiso mirar pero era sangre inútil

sangre que olfatearan los mastines

que usara un pintor ciego para huir

que en la boca goteando boca abierta

fuera música siempre y soledad

alguien cerró un postigo con violencia

un frenazo sonó un perro ladraba

la sombra que su cuerpo recorría

pugnaba por amar cuerpos de estrellas

luces que a nadie importan fue tan tarde

que no llegar hubiera sido injusto

todos somos culpables de tu infancia

aquí te esperan el dolor y el miedo

tu sangre es bienvenida te esperamos

hay un jergón para tu boca amante

un canasto con flores desahuciadas

agua y vino el sabor de unas cerezas

el calor de un abrazo una canción

abre la puerta amigo entra en la casa



© Jesús Urceloy / 2010



Nota: Este poema, con la única variante de su puntuación ortográfica, fue publicado en octobre de 1997 en la revista Ariadna-rc.com, y estaba dedicado a Álvaro Muñoz Robledano.

4 Y punto

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domingo, 14 de marzo de 2010

3 Algunos poemas casi tristes 14

Salmo

Voy a escribir un poema que hable de un árbol, de un objeto, de un amigo.

Para eso es necesario pedirle ayuda a alguien, alguien cercano, alguien a quien decirle ¿podrías ayudarme a escribir este poema?

Convoco entonces al tronco del árbol, a la transparencia del objeto y a los cabellos blancos de mi amigo y les pregunto si pueden ayudarme a escribir este poema.

El tronco del árbol, ancho y viejo, mueve sus estrías hasta una altura inalcanzable y hace que sus hojas se agiten, provoca un pequeño viento, hace que las aves eleven su anchura, que caigan al suelo pequeños frutos.

El objeto, dentro del pequeño milagro de las cosas útiles, acerca un rayo de luz que lo atraviesa, lo transparenta y funde con un brillo su circularidad y su desnudo.

Mi amigo abre sus manos, se quita las gafas, me ofrece un cigarrillo con su pitillera de plata, me muestra un libro que habla de sátrapas y venenos.

Hay algo de prisa, de mandato, de lejanía en estas muestras de cariño, en este mensaje: mi amigo se sienta a la sombra del árbol, una sombra que se extiende hasta la ciudad, que atraviesa la ciudad, que llega justo hasta la altura de mis manos, entonces abre su cartera y me ofrece un poco de agua.

No sé la respuesta, aún no he logrado aprender el lenguaje de los árboles, de los objetos útiles, de los amigos.

Y tengo que escribir el poema.

Tengo que escribir el poema porque se está haciendo tarde, porque hay grupos de hombres en el bosque, porque cerca de la orilla del río están oyéndose disparos. Porque hay niñas que rompen con ira las muñecas de paja y les sacan los ojos con la punta de un cuchillo y abandonan los pedazos a la boca de los hormigueros.

El poema donde un amigo bajo un árbol descansa y bebe.

El poema donde un árbol da sombra y agua a un amigo.

El poema donde un cristal moja los labios de un amigo y riega un árbol.

Donde no caben árboles, ni cuencos ni canas, sino hombres y mujeres que se acercan, que se acercan turnándose en los gritos y en los disparos. Donde ya sólo cabe una niña que no quiere guardar aquellos ojos.

Un poema donde nadie podrá ser convocado.

Donde nadie podrá ayudarme.


Urceloy / marzo de 2010

viernes, 5 de marzo de 2010

2 Algunos poemas casi tristes 13

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EL TIEMPO DE LOS PÁJAROS


este es el tiempo de los pájaros
el tiempo de los cuencos de arena

el tiempo de los alientos
de los largos alientos bellísimos y autumnales

este es el tiempo de llorar

los poetas hablan de pájaros

pájaros que se mecen en sus palmas o en los tabernáculos del socialismo que se mecen en la espera de una lluvia intemporal

pájaros que se desnudan

los periodistas desean limusinas rescatan la memoria del gran masturbador

los arcedianos hierven el aceite y buscan en la oscuridad la sombra de un hombre pobre

los internautas han contemplado la desolación y en ella esculpen sintagmas y quimeras

los concursantes los que habitan el ocio suben a los escaños gritan honor sed de basura

los entomólogos sufren la súplica de los obispos y sueñan un futuro de palomas mutiladas

los poetas y las bellas los poetas y las damas académicas los poetas y las esposas de los novelistas las que bordan patrias y trofeos las que cocinan salsas en los comedores públicos las que se depilan en los pasillos de los hoteles los poetas y las hijas de los militares despedazados en avionetas de recreo

los que respiran el aroma de la nueva poesía

contestan sus móviles piden igualdad zapatos planos elegantes grilletes de cuero negro

y ahora qué sueñan los poetas
dónde está el tiempo de los pájaros
dónde las cargas políticas en los astilleros

oh los poetas

aquellos que escriben con heces en todas las editoriales aquellos que dominan

dónde están esos desvergonzados poetas

esos que han determinado su oficio en el imperio de los saltimbanquis

dónde

lo dijo en el recreo un niño lo dijo en el mercado la canalla lo dijeron en las afueras el constructor y el cambista

– ya viene la sopa

y ahora quién vendrá a llamar a mi puerta
llamar a nuestra puerta ofertando el infierno prometido
ofertando el beso de una perenne navidad solidaria

quién vendrá con los pájaros desertores
junto al hombre que se levanta en un pozo de arena



Jesús Urceloy / marzo de 2010.
 

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