sábado, 28 de noviembre de 2009

2 Algunos poemas casi tristes 7

Algunas veces me da por escribir en inglés. Es un idioma excelente para escribir poesía, pero también es muy difícil, para no caer en la excesiva sonoridad del monosílabo. He aquí mi último intento con algunas correcciones de última hora. Y su traducción debajo, of course.


The water woman


To disappear into a glass of water, this woman would have to believe in friends reunited, in ditches and provided dreams.

Her laugh would be blood, a game to lose the right constitutes a benefit, her laughter will be the cheerful grin of the tortured, the toothless mouth of a boxer on the canvas while management is falling precisely the countdown.

I thank God to have known she on Tuesday: when she looks toward heaven and count the passage of the reactors.

Specialist statutory, she has placed all her lovers in a row, plated steel, live on the pack, with the holes in the eyes and nose to see and breathe.

Then she takes my hand and I walk naked, showing at the end of the corridor, the tomb each night riding where torture is sworn.

The days pass, the band plays a Charleston, oh, mister, oh, madame, here is your table, do not forget to dance, smile in front of the cook, pheasant seems alive, but only an optical illusion, there is nothing like Southampton beaches in the fall, Paul McCartney coming to dinner tonight, has promised a bottle of Sherry and a banal speech of Ortega.

I looked long at the ocean from my room. I think of her name, I think of the pre-Raphaelite painters, the crew of Virginia is beaten to death in front of the Monitor Nortfolk doors, a hundred years later we find, in the seabed, the body of a fireman trapped in the turret, tell to my girlfriend that I'll be late, give my body to the pines seamless, bury me in Wisconsin with honors, I looked so well sprat.

My father has returned with a book in his hands, has returned with the truth abused and a Turner box where women or ships burn, my father has returned to sing to the syrens.

I read crusts and line of bees, going to fast, there is something among the rocks, please do not forget me, write me on Sunday, give me your courage, not hide from me.

I will sleep again to her feet, the wind that cut through the smoke to employees in the bilge.


Urceloy / noviembre de 2009


La mujer acuática

Para desaparecer en un vaso de agua, esta mujer tendría que creer en los amigos reencontrados, en las acequias y los sueños previstos.

Su risa sería sangre, un juego en que perder la razón, una ventaja, su risa sería el rictus alegre de los torturados, la desdentada boca de un púgil en la lona mientras va cayendo con precisión administrativa la cuenta atrás.

Doy gracias a Dios por haberla conocido en martes: cuando mira hacia el cielo y cuenta el paso de los reactores.

Especialista en estatuarios, ha colocado a todos sus amantes en fila, bañados en acero, vivos en el envoltorio, con los agujeros de los ojos y la nariz para que vean y respiren.

Entonces me toma de la mano y me pasea desnudo, mostrándome, al final del corredor, el sarcófago ecuestre donde cada noche ha jurado torturarme.

Los días pasan, la banda toca un charlestón, oh, mister, oh, madame, por aquí está su mesa, no se olviden bailar, sonrían delante del cocinero, el faisán parece vivo, pero sólo es una ilusión óptica, no hay nada como las playas de Southampton en otoño, Paul MacCartney vendrá a cenar esta noche, ha prometido una botella de Sherry y un discurso banal de Ortega.

He mirado largamente el océano desde mi habitación. Pienso en su nombre, pienso en los pintores prerrafaelitas, la tripulación del Virginia se bate a muerte frente al Monitor a las puertas de Nortfolk, cien años después encontramos, en el fondo marino, el cuerpo de un fogonero atrapado en la torreta, decidle a mi novia que llegaré tarde, dad a los pinos mi cuerpo sin junturas, enterradme en Wisconsin con honores, me sentaba tan bien el espadín.

Mi padre ha vuelto con un libro en las manos, ha vuelto con la verdad maltratada y un cuadro de Turner donde arden mujeres o navíos, mi padre ha vuelto para cantar a las sirenas.

Leo en cobalto y verso las abejas, vamos a los rápidos, hay algo entre las rocas, por favor, no me olvides, escríbeme en domingo, dame tu valentía, no me ocultes.

Vuelvo del sur para dormir a los pies de ella, el viento con que cortan el humo los trabajadores en la sentina.


Urceloy / noviembre de 2009

sábado, 21 de noviembre de 2009

0 Tratado de urcelologia 16

Ñadie me ciñe el coño como el ñuncio.

Si crees en tus amigos vivirás en sus sueños.

Entre nota y nota se aprecian mejor los silencios.

Tus hijos embellecerán tu cadalso.

Un estadio de fútbol lleno beatifica las piezas de recambio.

Tu elipsis será el punto.

Los héroes mejoran muriéndose.

Es preferible sacarle la tuba a todas las canciones.

Mucha gente cree que el Canon de Páchelbel es de Mozart, que el Adagio de Albinoni lo escribió Vivaldi, y lo peor, que la Novena es una misa de Beethoven donde canta Miguel Ríos la Canción de la Alegría.

Cervantes no era marciano: el resto sí.

Si tu cara no se refleja en las aguas del río, corre a ponerte a salvo.

Primero fue la herida: Después la puñalada.





martes, 17 de noviembre de 2009

1 Algunos poemas casi tristes 6

Elogio de la inocencia


“Y tú, inocente, duermes bajo el cielo”
Gerardo Diego


Y tú, inocente, duermes bajo el cielo
de las cosas, derramas tu dulzura
por las palabras, vuelcas el abismo
natural de las voces y te encierras,
te enciendes, te derrumbas, te desangras
para volver a despertar. Y tú.
Inocente en el cielo sólo duermes.
Mientras abajo, en la ciudad, las sombras
vuelan en mil pedazos tu cintura,
mientras en el reducto de la casa
el más allá no llega a la ventana
y entre la cama el ritmo de la piel
comprada te defiende de estar muerto.
Debieras madrugar y contemplarnos,
abrir tu sangre y airear tus tripas
comer del mismo plato, leer algo
que no conozcas, por variar, leer
el envés de tu ropa y no otra música.
Pero inocente, duermes bajo el cielo,
lleno de paz, los ojos bien cerrados,
el pijama ceñido, y en el suelo
las zapatillas serias y sumisas.
Duerme entonces, que el sueño te obedezca,
no digas aquí estuve, bajo el cielo
tu inocencia descansa.


urceloy / noviembre de 2009

domingo, 8 de noviembre de 2009

4 Pornomanía del yo 6

Leímos ayer a las siete de la tarde Inma Luna, Carmen Camacho y yo en la librería Traficantes de Sueños, un sitio chuli, grande y muy ameno, con una sección de poesía que no le tiene nada que envidiar a otras librerías que presumen de ella, y que para mi asombro no sólo tienen todos mis libros, sino varios volúmenes de cada uno en el fondo editorial. Yo me lo pasé bomba, sobre todo con Carmen, que es una poeta como una casa de grande, amena, profunda y divertida, cosa que se echa mucho de menos en estos tiempos de poetas a la violeta, de mucha inspiración y poco trabajo, de pura decadencia. Y por un ratito me olvidé de mis muchas y recientes penurias económicas. Ya, ya sé que me repito, pero es la puta verdad.

Y vinieron muchos amigos, y al menos un representante de todos mis grupos de poesía. De los de prosa no hablo, que por ahora andan eximidos, pero ya hablaré cuando lea alguna vez mis relatos. Y vinieron amigos poetas, como Julio Castelló, Marisol Huerta, Jesús Malia, José Cereijo, Helena Rodríguez, Anaís Trigo, y vino Juan Antonio Mora, que es un ejemplo vivo de buen editor de revistas, con sus Hamacas de lona bajo el brazo, ¡Ya va por el número 26!, repartiéndolas, dando fe de su bonhomía, y muchos más, que no tengo porqué andar dando nombres pero sí constar que os llevo muy dentro a todos, incluso a alguno que asistió solapado y oculto, pero bien avenido. Gracias a todos, gracias.

Me entristeció un poco no ver a nadie de ese grupo clásico que tantos años compartió lectura y vida. Parece que desde que Julio nos dejó y Miguel anda enfermito, desde que me han dejado todos, sin excepción, en el borde del abismo, debo ser el culpable de un pecado que nunca cometí. Ya van unos cuantos feos. Puede que un día de estos deje de preocuparme vuestra asistencia y, con la sencillez del pájaro que emigra, cambie estos parajes fríos por otros más amables, sin rencor, sólo con olvido.

Puede que jugase el Real contra el Atlético. Pero no lo creo, que Madrid está lleno de bares. Como decía Claudio en su "Ballet de papel":

Adiós y buena suerte. Buena suerte.

viernes, 6 de noviembre de 2009

3 Algunos poemas casi tristes 5

Los débiles

Los débiles marcan el paso en las procesiones, teclean rápidamente en el ordenador, viajan a países exóticos en clase turista, recorren el trayecto hasta casa en un vehículo sin ruedas, rompen el día con la necesidad del buen tiempo.

Los débiles sienten por debajo de las palabras, entienden la calumnia pero la fagocitan, escuchan el silencio pero oprimen el claxon, mandan como sátrapas en las panaderías, consumen su cerveza y dejan en el platillo la última aceituna.

Los débiles mean en silencio, aguantan la bronca del taxidermista, votan honestamente lo contrario que dicen, piensan según los otros, han inscrito a sus hijos en su mismo colegio, dicen Oh capataz, mi capataz.

Los débiles aman al que hace, aman al que dice, aman al que sueña. Quieren ser la paloma que pintara Picasso, sobre su cama vela el Cristo de Dalí, bajo el sueño perciben historias con relojes, jergones sin memoria, diccionarios aún vírgenes.

Los débiles agitan papeletas sin premio y en las tribunas beben café y pastas inglesas, visten su hemoglobina con el azar, se casan cuando el amor emigra hacia otra puerta, se masturban sin ganas, ponen música ambiente.

Los débiles no piden, esperan tu propuesta. Los débiles no lloran más que al fin del verano. Los débiles disparan con el arma del otro, se saben, se numeran, cantan en misa y fuman en el átrio en silencio.

Los débiles se vengan en quien más los protege, dejan en las aceras abiertos sus cadáveres, pero se acuerdan pronto, los lavan y los secan.

Sobre quien más les ama clavan su olvido.

A fuego.



ueceloy / noviembre de 2009

jueves, 5 de noviembre de 2009

0 Teatro hiperbreve y 20. Epílogo

Con cierta tristeza donde se me acumula estar pasando unos momentos poco afortunados, sobre todo en lo económico, tal vez producto de confundir amistad y dinero, o ambos, es decir que con el alma doliente y el bolsillo desnutrido, doy hoy por finalizado este ciclo de obritas que he llamado Teatro Hiperbreve.

Agradezco mucho tanto a críticas y críticos como a amigos y parabienes. Y no prometo continuación alguna, a no ser que la avalancha de peticiones, que me da que no, llegue a rebasar el pequeño vaso de mi resistencia. Vale.


20. EPÍLOGO
Para todos mis alumnos

EL HIJO

El escenario está vacío, sólo hay un cartel de carretera que anuncia –hacia la derecha- la leyenda “FIN DEL MUNDO 15” y al lado un pequeño mojón de piedra. Por ese mismo lado surge, mochila al hombro y comiendo un bocadillo, a paso cómodo, el hijo de la primera obra. Pasa al lado del cartel sin prestarle mucha importancia. Al llegar al otro lado se detiene bruscamente, esboza una sonrisa, se encoge de hombros y sin dejar de comer su bocadillo, sigue su camino.

No hay oscuridad.



Fin de Teatro Hiperbreve.


© Jesús Urceloy /1998-2009
 

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